La administración de Donald Trump ha dado un inesperado giro en su política comercial al anunciar la suspensión inmediata de los aranceles más altos para un grupo no especificado de países durante un periodo de 90 días. Este movimiento introduce un elemento de alivio parcial en el escenario económico internacional, aunque mantiene intacta la tasa base del 10% que entró en vigor el pasado sábado, señalando que la política proteccionista estadounidense continúa su curso.
La medida, anunciada por el propio presidente, no ha especificado qué naciones se beneficiarán de esta pausa arancelaria ni los criterios que determinarán su aplicación. Esta ambigüedad genera un clima de incertidumbre en los mercados globales, que intentan calibrar el alcance real de esta decisión y sus implicaciones a medio plazo para el comercio internacional.
Los mercados resurgen tras determinación del presidente #Trump de pausar por 90 días los aranceles con excepción de #China, país al que incluso elevó el gravamen a un 125%. El IPC de la #BMV gana 4.2%, mientras que en #WallStreet el #DowJones avanza 7.38%, el S&P 500 9.01%y el… pic.twitter.com/kWxVCtv3AV
— Alberto Aguilar (@aguilar_dd) April 9, 2025
Esta ventana temporal de 90 días podría permitir a Estados Unidos y a los países afectados avanzar en negociaciones que potencialmente frenen la implementación de gravámenes más severos. No obstante, analistas internacionales advierten que la amenaza sobre la estabilidad económica global permanece, puesto que el conflicto comercial no ha sido desactivado y parece dirigirse hacia territorios inexplorados en términos de relaciones comerciales multilaterales.
El presidente también mencionó que su administración revisará las exenciones arancelarias para determinadas empresas estadounidenses, señalando cierta flexibilidad en la aplicación de estas medidas. “Algunas empresas, sin tener la culpa, se encuentran en un sector más afectado. Hay que ser flexibles, y yo puedo hacerlo”, afirmó Trump, sugiriendo un enfoque más matizado que el inicialmente percibido.
Este giro en la política arancelaria de Washington llega en un momento particularmente crítico, cuando numerosos países estaban ya preparando respuestas coordinadas a los aranceles recíprocos recién implementados. La Unión Europea, por ejemplo, aprobó el miércoles un paquete de represalias comerciales contra Estados Unidos programadas para activarse el 15 de abril. Queda por determinar si este calendario se mantendrá ante el nuevo escenario o si Bruselas reconsiderará su posición a la luz de esta pausa temporal.
A pesar de este aparente distensión, la guerra comercial entre Estados Unidos y China no muestra signos de apaciguamiento. Las dos mayores potencias económicas mundiales continúan inmersas en una escalada arancelaria que amenaza con desestabilizar el equilibrio económico global. El impacto directo en las cadenas de suministro interconectadas y los mercados financieros podría tener consecuencias de largo alcance para productores y consumidores de todos los continentes.
BESSENT: Trump goaded China into a trap, revealing them to be bad actors
— Bitcoin News (@BitcoinNewsCom) April 9, 2025
Entre las compañías más vulnerables a esta situación se encuentra Apple, que experimentó significativas pérdidas bursátiles tras el anuncio de los aranceles del 104%, ahora temporalmente suspendidos. La empresa tecnológica ensambla gran parte de sus iPhone en China, beneficiándose de costes de producción altamente competitivos. Trasladar estas operaciones a territorio estadounidense, como propugna la administración Trump, representaría un desafío logístico y financiero extraordinario, mucho más complejo que un simple incremento en los costes de producción.
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Los mercados financieros han reaccionado con moderado optimismo ante este anuncio, interpretándolo como una señal de que Washington podría estar más abierto a soluciones negociadas de lo que inicialmente se estimaba. Sin embargo, la volatilidad persiste, reflejando la incertidumbre sobre la dirección que tomará la política comercial estadounidense una vez concluido este periodo de tregua de 90 días.
Para las economías emergentes y los pequeños exportadores, esta pausa representa una oportunidad para adaptarse y reevaluar sus estrategias comerciales, pero no elimina la necesidad de prepararse para un entorno comercial potencialmente más restrictivo en el futuro cercano. Los analistas recomiendan aprovechar esta ventana temporal para diversificar mercados y optimizar procesos productivos ante lo que podría ser el inicio de una nueva era en el comercio internacional.
Fuente: Xataka