Científicos logran recrear parcialmente la mítica especie extinta hace 13.000 años mediante innovadora edición genética.
En un hito científico que desdibuja la línea entre la ciencia ficción y la realidad, investigadores han logrado crear cachorros de lobo que portan genes del legendario lobo gigante, una especie extinta que capturó la imaginación global gracias a la serie “Game of Thrones”. Este avance representa uno de los primeros casos exitosos de “desextinción” en la historia moderna.
Del fósil al laboratorio: La ciencia detrás de la resurrección
Durante más de una década, la comunidad científica ha perseguido el ambicioso objetivo de revivir especies extintas. Ahora, la empresa biotecnológica Colossal Biosciences, valorada en 10 mil millones de dólares, parece haber alcanzado este hito con el lobo terrible (Canis dirus), una especie de cánido gigante que desapareció hace aproximadamente 13.000 años.
El proceso comenzó en 2021, cuando un equipo independiente logró recuperar ADN de fósiles de lobos gigantes. Con este material genético como base, los científicos de Colossal profundizaron la investigación y lograron un avance crucial: el descubrimiento de una cantidad significativa de ADN en dos fósiles extraordinariamente bien conservados – un diente de 13.000 años de antigüedad hallado en Ohio y un cráneo de 72.000 años proveniente de Idaho.
Este descubrimiento permitió a los investigadores identificar 20 genes clave que diferencian a los lobos gigantes de sus parientes contemporáneos, los lobos grises. Utilizando tecnología CRISPR de vanguardia, editaron células de lobo gris para introducir estos genes ancestrales, crearon embriones con este material modificado y los implantaron en madres sustitutas caninas.
«Estamos creando copias funcionales de algo que solía estar vivo», declaró Beth Shapiro, directora científica de Colossal y parte del equipo original que recuperó ADN de lobo gigante en 2021. “Fue la forma más sencilla de obtener un resultado predecible”, añadió, explicando por qué eligieron esta especie para uno de sus primeros proyectos de desextinción.
El análisis genético reveló datos fascinantes: los lobos gigantes y los lobos grises comparten más del 99% de su ADN, con solo 80 genes radicalmente distintos. Algunos de estos genes influyen directamente en el tamaño corporal, explicando potencialmente por qué los lobos gigantes superaban en un 25% a sus primos modernos. Sorprendentemente, también descubrieron genes asociados con un pelaje claro, grueso y denso, algo que no se conocía previamente sobre esta especie extinta.
Rómulo, Remo y Khaleesi: Los embajadores de una especie renacida
El resultado de esta innovadora investigación son tres cachorros sanos: dos machos de 6 meses, Rómulo y Remo (nombrados en honor a los míticos fundadores de Roma criados por una loba), y una hembra de dos meses llamada Khaleesi, en referencia al personaje de “Game of Thrones”.
Estos lobos, que actualmente viven en una instalación privada en el norte de Estados Unidos, presentan características físicas notables que los diferencian de los lobos grises comunes. Matt James, director de animales en Colossal, recuerda vívidamente el momento en que vio por primera vez el pelaje blanco de uno de los cachorros: “Ese primer destello blanco fue una verdadera bofetada. Se me quedará grabado para siempre”.
Los cachorros no son replicas exactas de los lobos gigantes prehistóricos, sino híbridos que combinan características de ambas especies. Según James, son aproximadamente un 20% más grandes que los lobos grises de su edad, poseen un pelaje blanco distintivamente espeso, colas inusualmente tupidas y una característica melena alrededor del cuello.
El proceso de creación de estos lobos fue extremadamente complejo. Los científicos aislaron células sanguíneas de lobos grises, las cultivaron en laboratorio y modificaron su ADN para introducir las 15 mutaciones propias del lobo gigante. Para cinco genes adicionales, optaron por introducir variantes seguras de perros y lobos modernos, ya que las originales del lobo gigante podrían haber causado sordera y ceguera.
“Es una línea muy fina”, explicó Shapiro. “Se busca resucitar estos fenotipos, pero no se quiere hacer algo que sea perjudicial para el animal”.
Los investigadores transfirieron este ADN editado a óvulos caninos vaciados de su material genético original y los implantaron en perros grandes que sirvieron como madres sustitutas. Aunque la mayoría de los embriones no prosperaron, cuatro crías llegaron a nacer, con una falleciendo a los 10 días por causas no relacionadas con las modificaciones genéticas.
Entre el asombro científico y las preocupaciones éticas
Este logro científico, aunque impresionante, ha generado tanto entusiasmo como interrogantes en la comunidad científica y conservacionista. Adam Boyko, genetista de la Universidad de Cornell no involucrado en el proyecto, reconoce lo emocionante que resulta “crear versiones funcionales de especies extintas”, pero cuestiona si estos animales pueden considerarse verdaderos lobos gigantes resucitados.
Boyko señala que estos lobos carecen del contexto natural que hubiera definido a sus ancestros: no se crían en manadas de lobos gigantes donde podrían aprender comportamientos específicos de la especie, ni consumen una dieta ancestral que les proporcionaría el microbioma intestinal característico de sus antepasados.
Además, aunque portan 20 genes del lobo gigante, Boyko especula que la diferencia genética total entre lobos gigantes y grises podría ser mucho mayor: “Podrían ser 20, o 2000 genes diferentes”, afirma, sugiriendo que estos ejemplares representan solo una aproximación parcial a la especie extinta.
Julie Meachen, paleontóloga de la Universidad de Des Moines que participó en el proyecto original de ADN antiguo pero no en la creación de los cachorros, expresa sentimientos encontrados: “Toda mi sensibilidad infantil me dice que quiero ver cómo son. Pero tengo preguntas. Tenemos problemas con los lobos que tenemos hoy en día”.
Su preocupación refleja un dilema más amplio: mientras invertimos recursos en resucitar especies extintas, los lobos contemporáneos enfrentan graves amenazas de conservación. El mes pasado, 60 organizaciones ambientalistas protestaron contra un proyecto de ley que eliminaría a los lobos grises de la lista de especies en peligro de extinción en Estados Unidos, advirtiendo que “firmaría sentencias de muerte para miles de lobos en todo el país”.
Colossal ha manifestado que los lobos modificados permanecerán en cautiverio, y que la tecnología desarrollada podría aplicarse a esfuerzos de conservación para especies en peligro crítico, como el lobo rojo americano. De hecho, la empresa anunció recientemente la producción de cuatro clones a partir de híbridos de lobo rojo y coyote descubiertos en Texas y Luisiana, con el potencial de mejorar la diversidad genética de la pequeña población de lobos rojos en Carolina del Norte.
La Nación MHA de Dakota del Norte ha expresado interés en el proyecto del lobo gigante. “Su presencia nos recordaría nuestra responsabilidad como guardianes de la Tierra”, declaró Mark Fox, presidente tribal, en un comunicado publicado por Colossal.
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No obstante, los científicos advierten que si animales con ADN de lobo gigante fueran alguna vez introducidos en la naturaleza, enfrentarían un mundo radicalmente diferente al de la edad de hielo. Las presas gigantes que cazaban, como mamuts y bisontes prehistóricos, han desaparecido en gran medida, obligándoles a competir con lobos grises por recursos más limitados.
Este hito científico, aunque fascinante, nos invita a reflexionar sobre el balance entre nuestra capacidad tecnológica para revertir la extinción y nuestra responsabilidad de proteger las especies existentes. Mientras contemplamos la posibilidad de traer de vuelta criaturas del pasado, quizás la lección más importante sea entender mejor cómo conservar la biodiversidad que aún nos rodea.
Fuente: Infobae