Papa Francisco enfrenta revés en conferencia episcopal italiana

La iniciativa sinodal impulsada por el Papa Francisco como piedra angular de su pontificado sufrió un significativo revés esta semana en Italia, cuando los delegados de la Asamblea Sinodal italiana decidieron posponer la votación final del documento conclusivo tras intensos debates. Este tropiezo ocurre en un momento delicado para Jorge Bergoglio, quien se recupera en su residencia de Santa Marta bajo estricto reposo médico de dos meses, añadiendo preocupación a la situación del pontífice de 87 años.

La Asamblea, que reunió a 1.008 delegados en el Vaticano, incluyendo 108 obispos, 252 sacerdotes, 17 diáconos y 530 laicos (distribuidos entre 253 hombres y 277 mujeres), concluyó con una votación abrumadora: 835 representantes optaron por suspender la aprobación final del texto y convocar una nueva reunión para finales de octubre. Esta decisión refleja la profunda división existente dentro de la Iglesia italiana sobre temas controversiales que el Papa ha intentado abordar desde una perspectiva más inclusiva durante su pontificado.

Temas controversiales sin resolver

El documento preparado tras cuatro años de trabajo recibió críticas por parte de numerosos delegados, quienes lo calificaron como ambiguo, débil y evasivo en cuestiones fundamentales. Entre los temas que generaron mayor disenso destacan el papel de las mujeres en la Iglesia, particularmente la posibilidad de nuevos ministerios femeninos como el diaconado, el abordaje pastoral de la homosexualidad, la gestión de los casos de abusos sexuales, y el acompañamiento a personas en situaciones afectivas consideradas irregulares.

Estas temáticas representan precisamente los puntos más sensibles del programa reformista que Francisco ha intentado impulsar desde su elección en 2013, enfrentando resistencia persistente de sectores tradicionalistas que ven en estos cambios una ruptura con la doctrina establecida. El cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, reconoció tras la votación que existía una cierta desilusión, aunque destacó el gran sentido de libertad y sentido eclesial manifestado durante las deliberaciones.

Esta es la belleza de una Iglesia que está viva. Se camina, afirmó Zuppi, considerado por muchos analistas como uno de los potenciales sucesores de Bergoglio en la línea reformista. Sin embargo, sus palabras no ocultan la realidad de un proceso sinodal que, tras años de desarrollo, encuentra obstáculos significativos incluso en Italia, tierra natal del pontificado y tradicionalmente alineada con las directrices vaticanas.

El contexto de un pontificado bajo presión

El revés en la Asamblea Sinodal italiana se produce en un momento particularmente complejo para Francisco. Su estado de salud, que lo ha obligado a cancelar compromisos importantes como su participación en la COP29 en Bakú, genera inquietud sobre su capacidad para completar las reformas iniciadas. Paralelamente, diversos sectores tradicionalistas intensifican sus campañas contra el pontificado, anticipando un eventual cónclave en un futuro no lejano.

La sinodalidad, concepto derivado del griego que significa caminar juntos, ha sido presentada por Francisco como la forma de modernizar el gobierno de la Iglesia, ampliando la participación en la toma de decisiones más allá de la jerarquía episcopal. Esta visión ha provocado reacciones encontradas: mientras sus defensores la perciben como un regreso al espíritu del Concilio Vaticano II, sus detractores advierten sobre el riesgo de diluir la autoridad magisterial y adoptar posturas cercanas al relativismo doctrinal.

Durante su convalecencia en el hospital Gemelli por neumonía, el Papa dio carácter magisterial a las decisiones del Sínodo internacional, prolongando además su duración hasta 2028, lo que refleja la importancia central que otorga a este proceso. Sin embargo, lo sucedido en Italia demuestra que el camino hacia una Iglesia sinodal enfrenta resistencias significativas incluso en contextos teóricamente favorables.

Un nuevo escenario de debate eclesial

Varios obispos italianos intentaron dar una lectura positiva a lo ocurrido, describiendo la asamblea como un gimnasio de sinodalidad que ofreció la oportunidad de una discusión abierta. Enfatizaron que se había aprendido un estilo de diálogo que debería ser mantenido en el futuro, sugiriendo que el proceso, aunque incompleto, ha sentado bases importantes para la evolución institucional.

Lo ocurrido en Italia, sin embargo, pone de manifiesto que el proceso sinodal está generando dinámicas que el propio Papa intentó diferenciar de las parlamentarias, afirmando que el Sínodo no es un Parlamento. No obstante, la votación para posponer decisiones y la formación de corrientes de opinión dentro de la asamblea sugieren el desarrollo de un inédito movimiento con características democráticas dentro de la estructura eclesial.

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Para Francisco, este tropiezo representa un desafío adicional en un momento de vulnerabilidad personal. El pontífice argentino ha hecho de la sinodalidad una marca distintiva de su papado, buscando transformar una institución milenaria hacia formas más inclusivas y participativas. La resistencia documentada en Italia revela no solo las dificultades prácticas de este proyecto, sino también la profundidad de las divisiones teológicas y pastorales que persisten en la Iglesia católica contemporánea.

El aplazamiento hasta octubre de 2025 abre un período de incertidumbre y nuevas negociaciones. Mientras tanto, la salud del Papa y su capacidad para seguir liderando este proceso serán observadas con especial atención, tanto por sus partidarios como por quienes se oponen a sus reformas. Lo que parece claro es que, incluso después de once años de pontificado, la revolución franciscana sigue encontrando obstáculos significativos en su implementación. “rdn”

Fuente: Clarín

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