Otra víctima del transporte público: bus pierde puerta y hiere a mujer

El transporte público paraguayo cobró otra víctima cuando un ómnibus de la empresa La Limpeña, Línea 49, perdió su puerta trasera mientras circulaba por la avenida Eusebio Ayala en Asunción. La parte desprendida del vehículo impactó contra Mirta Graciela Rolón, de 44 años, quien se encontraba en la vereda esperando abordar otro bus.

El incidente, ocurrido poco antes de las 9:00, provocó una herida en la rodilla de la pierna izquierda de la mujer, evidenciando la precariedad y el peligro que representan muchas unidades de transporte que circulan por las calles paraguayas.

Este caso alarmante no es un hecho aislado sino parte de un patrón recurrente que expone la negligencia sistemática en el mantenimiento de la flota de transporte público. Las autoridades responsables continúan permitiendo que unidades en condiciones deplorables circulen diariamente, poniendo en riesgo no solo a los pasajeros que utilizan el servicio sino también a transeúntes inocentes como la señora Rolón, quien simplemente esperaba un bus para trasladarse y terminó con una lesión que pudo haber sido mucho más grave.

La situación es aún más indignante considerando que hace apenas unos días se registró un incidente similar cuando otro colectivo, esta vez de la Línea 35, también perdió su puerta trasera mientras transitaba por la avenida Aviadores del Chaco y Santa Teresa. En aquella ocasión, el chofer debió detener la marcha y descender para recoger la pieza desprendida del vehículo. Si bien se informó que la empresa fue multada, estas sanciones parecen insuficientes para provocar un cambio real en las condiciones del servicio.

El Viceministerio de Transporte, la Dirección Nacional de Transporte (DINATRAN) y los entes reguladores municipales continúan desempeñando un papel cuestionable en la supervisión y control de las condiciones técnicas de los buses. La inspección mecánica, que debería ser rigurosa y periódica, evidentemente no cumple con los estándares mínimos de seguridad, permitiendo que unidades con graves deficiencias mecánicas y estructurales obtengan habilitación para circular por las calles asuncenas y del país.

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Las empresas transportistas, por su parte, priorizan claramente el lucro por encima de la seguridad de los usuarios y la ciudadanía en general. La falta de inversión en mantenimiento preventivo y la postergación del recambio de unidades obsoletas son prácticas habituales que se traducen en accidentes como el sufrido por Mirta Graciela Rolón. El sector opera con aparente impunidad, mientras los ciudadanos continúan expuestos a riesgos innecesarios durante sus desplazamientos cotidianos.

Ante este panorama desolador, surge el interrogante sobre cuántos incidentes más deberán ocurrir antes de que se implementen medidas efectivas para garantizar la seguridad en el transporte público paraguayo. La ciudadanía merece un servicio que cumpla con condiciones básicas de seguridad y calidad, no unidades que literalmente se desintegran mientras están en movimiento. Las autoridades deben actuar con firmeza para erradicar este flagelo que atenta contra el derecho a la movilidad segura de todos los paraguayos.

Fuente: Última Hora