Día del Abrazo: la ciencia detrás de la felicidad y el bienestar

Cada 21 de enero se celebra el Día Internacional de los Abrazos, una fecha que, sorprendentemente, juega un papel crucial en la promoción del bienestar emocional a nivel global.

El abrazo es un acto instintivo y universal que juega un papel fundamental en la vida humana. Desde el nacimiento, los bebés buscan el contacto físico como una fuente de seguridad y protección. A lo largo de la vida, los abrazos no solo refuerzan la conexión emocional, sino que también aportan importantes beneficios para la salud física y mental. Estudios científicos han demostrado que el contacto físico contribuye a la reducción del estrés y al fortalecimiento de los lazos afectivos.

Investigaciones pioneras, como las de Harry Harlow y John Bowlby en 1958, evidenciaron la importancia del apego en el desarrollo emocional. A través de un experimento con monos macacos, se demostró que el contacto físico es más relevante que la satisfacción de necesidades básicas, reafirmando que los abrazos son esenciales para el bienestar. Estos hallazgos sentaron las bases de la teoría del apego, destacando la necesidad humana de cercanía y conexión social.

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Diversos estudios, como el publicado en la revista PLOS, confirman que recibir un abrazo ayuda a mitigar el malestar emocional y disminuye la percepción de conflictos personales. Esto se debe a que los abrazos activan la producción de oxitocina, la llamada «hormona del amor», que estabiliza la frecuencia cardíaca, reduce el cortisol y genera sentimientos de calma y felicidad.

Además de los efectos emocionales, la duración del abrazo también es crucial. Investigaciones realizadas por las universidades de Londres y Bristol determinaron que los abrazos que duran entre 5 y 10 segundos son los más satisfactorios, ya que permiten una mejor conexión emocional y un mayor impacto en la salud física.

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El tacto es una herramienta clave en los procesos de socialización y comunicación no verbal. Según la teoría del sociólogo Mark Granovetter, las interacciones con personas fuera del círculo cercano, como vecinos o compañeros de trabajo, también contribuyen al bienestar mental, fomentando la creatividad y la adaptación a los cambios.

Un extenso estudio de la Universidad de Harvard, que analizó durante 80 años a 700 individuos, concluyó que las personas con relaciones sólidas y vínculos familiares estrechos viven más y son más felices. Estos resultados refuerzan la idea de que el contacto físico, como los abrazos, desempeña un papel esencial en la calidad de vida y el desarrollo emocional.

Fuente: Megacadena

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