En la Catedral Metropolitana de Asunción, el cardenal Adalberto Martínez presidió esta mañana la Misa de Navidad con un mensaje contundente. A lo largo de su homilía, subrayó la importancia de la Natividad del Señor Jesucristo como un tiempo de esperanza y gozo, capaz de disipar los temores y abrir camino a la alegría espiritual. Al iniciar la celebración, recordó que el nacimiento de Jesús no deja lugar para la tristeza, pues representa la cercanía de Dios con la humanidad.
Durante su sermón, el cardenal condenó con firmeza las “manos oscuras y sicarias” que generan guerras, violencia y enfrentamientos en distintas partes del mundo. Según sus palabras, la hipocresía y la codicia humana fomentan actos que lesionan la dignidad de las personas, generando heridas profundas en la sociedad. En este sentido, instó a los fieles a reflexionar sobre la urgencia de erradicar todo tipo de agresión contra la vida.
El líder religioso también criticó los “abrazos engañosos”, aquellos que se disfrazan de afecto, pero en realidad buscan ganancias personales o manipulan intenciones ajenas. Para el cardenal, estos gestos poco sinceros se convierten en una amenaza latente, pues socavan la confianza y la cohesión social. Invitó a la comunidad a cultivar la solidaridad y la verdad, al tiempo de promover el respeto mutuo en las relaciones humanas.
Martínez dedicó un momento especial de su homilía a la defensa de la vida desde su concepción. Denunció a quienes, con “manos asalariadas”, interrumpen el ciclo natural de la existencia humana en el vientre materno, amparados o no en leyes que faciliten este tipo de prácticas.
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En relación con los conflictos armados que persisten en diversas naciones, el cardenal deploró la manipulación de arsenales y la fabricación de armamentos destinados a destruir a millones de personas. Al recordar las palabras del papa Francisco, pidió que el inicio del año jubilar sea una ocasión para silenciar las armas y abrir paso a la reconciliación. Subrayó que la búsqueda de la paz exige valentía, comprensión mutua y un profundo sentido de responsabilidad global.
Para concluir su mensaje, el cardenal animó a los presentes a abrazar el espíritu navideño como una oportunidad de transformación interior y colectiva.
Fuente: ABC Color
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