Los smartphones se han convertido en una extensión casi imperceptible de la vida cotidiana. Las estadísticas revelan un dato sorprendente: los adultos dedican un promedio de tres horas diarias a la pantalla del móvil, mientras que los jóvenes pueden alcanzar hasta seis horas de uso continuo.
El fenómeno conocido como “ciclos de revisión” describe el acto de consultar el móvil con un propósito específico y terminar inmerso en una actividad digital prolongada. Según estudios de Pantallas Amigas, el usuario promedio revisa su dispositivo más de 80 veces al día, frecuentemente expandiendo una simple consulta en sesiones extensas que desplazan otras actividades.
La doctora Adoración Díaz López, investigadora del Instituto de Transferencia e Investigación de la Universidad Internacional de La Rioja, señala que el móvil funciona como una vía de escape ante el aburrimiento o el estrés. Esta conducta se transforma gradualmente en un hábito inconsciente que consume significativas porciones del día.
El diseño de las aplicaciones juega un papel fundamental en este comportamiento. La psicóloga Gabriela Paoli explica que estas plataformas están diseñadas para generar recompensas inmediatas a través de likes y notificaciones, provocando liberación de dopamina que refuerza el deseo de permanecer conectados.
Investigaciones recientes han revelado patrones sorprendentes en el consumo de contenido digital. Un estudio de 2021 demostró que después de ver cinco videos musicales consecutivos, los usuarios tenían un 10% más de probabilidad de continuar viendo otro, comparado con quienes solo habían visto uno.
La percepción del tiempo se altera significativamente durante estos períodos de uso intensivo. Los usuarios entran en un estado de “disociación” donde las señales externas que normalmente marcan el paso del tiempo se desvanecen, provocando una pérdida de la consciencia temporal.
Este fenómeno se intensifica con características como el scroll infinito, que elimina los puntos naturales de pausa. La ausencia de un final definido, a diferencia de actividades tradicionales como ver un programa de televisión, dificulta la decisión de detener el consumo de contenido.
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Estudios específicos sobre TikTok han demostrado que los usuarios frecuentes tienden a sobreestimar el tiempo real que pasan en la aplicación. Esta distorsión temporal contribuye a una sensación generalizada de que el tiempo “vuela” mientras se usa el dispositivo.
Para romper este ciclo, los expertos recomiendan implementar estrategias concretas: monitorear el tiempo de uso diario, desactivar notificaciones, establecer límites de tiempo en aplicaciones y crear espacios libres de tecnología. El objetivo no es demonizar la tecnología, sino fomentar un uso consciente y equilibrado que permita disfrutar tanto del mundo digital como del físico.
Fuente: El País
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