La reciente entrada de fuerzas rebeldes sirias en Damasco marca el final de un gobierno autoritario que se mantuvo durante más de cinco décadas en el poder. La familia Al Assad gobernó Siria con mano firme, y la presidencia de Bashar al Assad, asumida en el año 2000, parecía inamovible. Sin embargo, tras 13 años de guerra civil, la caída del régimen se produjo de manera sorpresiva, desencadenada por una serie de factores que se resumen en cuatro claves fundamentales.
1- Origen del conflicto
La primera clave radica en el origen mismo del conflicto. Una manifestación pacífica en 2011, que buscaba más libertades y mayor participación política, evolucionó rápidamente en una guerra a gran escala que involucró a potencias regionales y mundiales. El gobierno de Al Assad respondió con represión, los opositores tomaron las armas y el país se fragmentó en múltiples frentes. Millones de sirios debieron abandonar sus hogares, y la destrucción de infraestructuras fue devastadora.
2- Ascenso del grupo
La segunda clave se centra en el ascenso del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS) y otras facciones rebeldes. Estas fuerzas se consolidaron en áreas clave, como Idlib y Alepo, gracias a su capacidad militar y a la debilidad del ejército gubernamental. El HTS, considerado por muchas potencias como vinculado al extremismo, lideró la ofensiva que permitió a los rebeldes tomar ciudades estratégicas, reduciendo las posibilidades de resistencia del régimen.
3- Debilitamiento de los sostenes internacionales
La tercera clave recae en el debilitamiento de los sostenes internacionales de Al Assad. Rusia, Irán y milicias aliadas estaban distraídas o mermadas por otros conflictos y sanciones. Su capacidad de reforzar las líneas defensivas del régimen disminuyó, mientras que sus oponentes aprovecharon el vacío para avanzar con mayor rapidez, tomando Alepo, Hama y, finalmente, Damasco.
4- Ofensiva rebelde
La cuarta clave fue la ofensiva rebelde propiamente dicha. Tras capturar Alepo, los grupos opositores se movieron hacia el sur, tomaron Hama y, con apenas resistencia, llegaron hasta la capital. La fuga de Al Assad y su familia, presumiblemente hacia Moscú, marcó el punto decisivo. Con Damasco bajo control rebelde, la autoridad del gobierno colapsó y su maquinaria de seguridad se desarticuló, abriendo paso a una nueva etapa para Siria.
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La caída del régimen de Bashar al Assad deja un escenario complejo. Las fuerzas rebeldes, lideradas por el HTS y otras facciones, prometen una transición basada en la elección popular, pero su legitimidad y agenda generan interrogantes. La comunidad internacional observa con cautela, consciente de que la reconstrucción será un largo proceso y que las tensiones entre múltiples actores internos y externos no desaparecerán de la noche a la mañana.
El primer ministro del gobierno depuesto afirmó su disposición a cooperar con las nuevas autoridades elegidas por el pueblo sirio. Entretanto, los rebeldes han pedido prudencia y mantienen las instituciones en espera de una transición ordenada. Aún queda por ver si el derrocamiento de Al Assad conducirá a una paz duradera o a nuevas disputas, pero sin dudas el final de un régimen de medio siglo reconfigura el mapa político de la región.
Fuente: BBC