El régimen de Bashar al-Assad, que gobernó Siria durante 24 años con mano de hierro, colapsó sorpresivamente tras una rápida ofensiva rebelde que en menos de dos semanas desmanteló sus principales bases. Los eventos recientes marcan un cambio drástico en el panorama político del país, dejando incertidumbre sobre su futuro inmediato.
El avance comenzó el 27 de noviembre con un ataque rebelde en el noroeste de Siria, liderado por Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Las tropas del régimen fueron superadas rápidamente, permitiendo que los insurgentes tomaran Alepo, Hama y Homs en menos de una semana. Mientras tanto, otros grupos rebeldes avanzaron desde el sur, tomando Daraa y alcanzando los suburbios de Damasco el 7 de diciembre, dejando al régimen de Assad completamente aislado.
#Urgente | Derrocan al presidente Bashar al Assad en Siria.
Grupos yihadistas tomaron Damasco en una “operación relámpago”; el Ejército sirio notificó a sus tropas la “caída” del Gobierno. pic.twitter.com/q4tQEkSEqj
— Pedro Márquez (@PedroMrquez_) December 8, 2024
Los aliados internacionales de Assad ofrecieron una ayuda simbólica que resultó insuficiente. Rusia realizó ataques aéreos limitados, e Irán envió armamento, pero ninguno comprometió los recursos necesarios para salvar al régimen. Por su parte, otros países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, ignoraron los llamados de auxilio de Assad, sellando su destino.
En medio del caos, la oposición comenzó a reorganizarse. HTS busca consolidar su influencia, mientras que las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) avanzaron en el noreste, expulsando al régimen de Deir ez-Zor y Al-Bukamal. Sin embargo, la fragmentación de Siria es evidente, con diversos grupos rebeldes buscando autonomía en sus regiones.
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El colapso de Assad dejó una brecha de poder que preocupa a la comunidad internacional. Rusia, Turquía e Irán participaron en una conferencia en Qatar para discutir el futuro de Siria, pero no lograron acuerdos concretos. Mientras tanto, Estados Unidos se mantiene al margen, señalando que no intervendrá en la reconstrucción del país.
Aunque el fin del régimen ha traído alivio a muchos sirios, el panorama sigue siendo incierto. Las divisiones entre los grupos rebeldes, la falta de recursos y las tensiones internacionales complican la transición hacia un gobierno estable. Lo que está claro es que el capítulo de Bashar al-Assad en Siria ha llegado a su fin, dejando un legado de destrucción que el país deberá superar.
Fuente: Infobae