Con la llegada del calor y los días al aire libre, también se incrementa la presencia de mosquitos, lo que puede ser una preocupación para las familias con niños pequeños. Para evitar las molestas picaduras y los riesgos de algunas enfermedades transmitidas por estos insectos, es fundamental contar con repelentes adecuados y seguir ciertas medidas de protección. Elegir el repelente correcto y aplicarlo de forma segura puede hacer la diferencia en la protección de los más chicos.
Los repelentes son sustancias que, aunque no eliminan los mosquitos, los mantienen alejados al aplicarse sobre la piel. La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda el uso de repelentes con DEET (N,N-dietil-m-toluamida) en concentraciones bajas, entre el 2% y el 5%, para una mayor efectividad. Sin embargo, para niños menores de dos meses, el uso de repelentes no está aconsejado. Es recomendable consultar con el pediatra para obtener orientación específica sobre el tipo de repelente y su frecuencia de uso.
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La aplicación correcta del repelente es crucial para evitar efectos adversos. Siempre se debe revisar la etiqueta del producto y aplicar únicamente la cantidad recomendada, evitando el contacto directo con los ojos, boca y heridas. Para zonas sensibles como el rostro, es preferible colocar el repelente en las manos y luego esparcirlo suavemente en la cara del niño. Además, se recomienda no aplicarlo en las manos de los niños para evitar que accidentalmente lo lleven a la boca o los ojos.
Además del uso de repelentes, existen otras prácticas de protección que contribuyen a evitar las picaduras. Vestir a los niños con ropa de manga larga y colores claros ayuda a reducir el riesgo, ya que los colores oscuros suelen atraer a los mosquitos. También es aconsejable evitar el uso de perfumes o jabones con aromas intensos en espacios al aire libre, ya que estos olores pueden llamar la atención de los insectos.
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La protección ambiental también es un factor clave en la prevención. Colocar mosquiteros en ventanas y cubrir las cunas con tul en áreas sin protección es una buena práctica. Igualmente, es esencial eliminar recipientes que puedan acumular agua, como macetas o neumáticos, ya que estos lugares se convierten en criaderos de mosquitos. Cambiar el agua de floreros y bebederos de mascotas diariamente también contribuye a mantener los espacios seguros.
Si una picadura se produce, se puede aplicar frío local durante unos minutos o utilizar un spray de agua termal para calmar la zona. En caso de que la picadura provoque una reacción severa, con hinchazón y enrojecimiento intenso, es recomendable consultar al pediatra. Estas medidas no solo ayudan a evitar picaduras, sino también a reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Fuente: Pronto
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