En un contexto político cada vez más polarizado, Paraguay se convierte en un nuevo bastión de la ultraderecha en Latinoamérica, a través de una red influenciada por modelos extranjeros, particularmente húngaros y españoles. Los nexos de esta red están fuertemente ligados a actores del cartismo que han incorporado estrategias de control y discurso ultraconservador, dirigidos a consolidar el poder bajo principios de nacionalismo y protección de “valores tradicionales”.
La estrategia, que se remonta a alianzas creadas desde 2020, no es un fenómeno autóctono. En su núcleo, la red toma elementos del modelo político impulsado por Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, caracterizado por el control de las organizaciones de la sociedad civil, la promoción de políticas restrictivas en temas sociales y la construcción de un enemigo externo. En Paraguay, las leyes que buscan restringir el accionar de las ONG son un claro ejemplo de esta influencia.
Entre los primeros impulsores de esta corriente en Paraguay se destacan figuras clave, como el ex presidente Horacio Cartes, Gustavo Leite y Raúl Latorre. Estos líderes son parte activa de foros internacionales como el Foro de Madrid, patrocinado por el partido español Vox, que respalda movimientos anticomunistas y ultraconservadores en Europa y América Latina. Además, tanto Leite como Latorre han representado al país en encuentros globales de ultraderecha, donde fortalecieron sus lazos con líderes de esta corriente en el ámbito internacional.
Operadores dentro y fuera del Estado
Esta red no opera únicamente desde el ámbito estatal. Algunos de sus representantes, como Dannia Ríos y Hugo Vera, han impulsado acciones de influencia en sectores de la sociedad civil desde organizaciones religiosas y educativas, siempre con una orientación ultraconservadora. En el Estado, Gustavo Leite y Raúl Latorre llevan la batuta de la corriente cartista, promoviendo políticas que limitan las organizaciones no gubernamentales, una táctica inspirada en las políticas de Orbán.
Uno de los principales desafíos a la influencia de la red es la resistencia de diversos sectores de la sociedad paraguaya que abogan por la independencia y transparencia en la gestión de los fondos públicos. Sin embargo, el crecimiento del ala cartista ultraderechista ha implicado la aplicación de políticas que podrían acotar esa independencia. Estas medidas incluyen la promoción de una ley de control a las ONG, ya aprobada en el Congreso, que obliga a las organizaciones civiles a registrar sus donaciones, controlando así su operatividad.
El nexo húngaro y el avance en la región
Gustavo Leite, una figura central en la expansión de esta red, ha sido el nexo directo con las ideas húngaras, promoviendo visitas de líderes como Miklós Szánthó, del Centro de Derechos Fundamentales de Hungría, a Paraguay. La visita de esta delegación subraya la intención de replicar la estructura ideológica de Orbán en el país, estableciendo a Paraguay como un “bastión de valores tradicionales” en la región, en palabras del propio Szánthó.
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Las relaciones de esta red no se limitan a Europa del Este. Leite ha fortalecido nexos con otros movimientos ultraderechistas en América, como La Libertad Avanza, liderado por Javier Milei en Argentina, y Vox, en España. Esto apunta a consolidar una “alianza internacional” que vincule fuerzas conservadoras contra el “globalismo”.
Alianzas estratégicas y la influencia económica
Además del ámbito político, esta red encuentra en el sector empresarial paraguayo un respaldo significativo, especialmente en sectores productivos y financieros. En paralelo, el gobierno de Orbán ha tomado control de los medios y el sistema bancario en Hungría, un modelo que encuentra eco en Paraguay con la expansión de la banca local Ueno Bank, impulsada bajo la administración actual.
Repercusiones para la sociedad civil
Las políticas de control y monitoreo de ONG, inspiradas en la ley húngara de agentes extranjeros, buscan establecer un registro de organizaciones con fondos públicos o privados, que estarán sujetas a control estatal. Esta medida ha generado inquietud en varios organismos internacionales, que han advertido sobre sus implicaciones para la libertad de expresión y la autonomía de la sociedad civil.
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La red global de ultraderecha, con base en el cartismo, avanza en su influencia mediante una estrategia de expansión ideológica y control social. Paraguay se proyecta como un nuevo epicentro de esta corriente en América Latina, bajo un modelo que emula políticas de control y nacionalismo aplicadas en Hungría y España. A medida que el país estrecha sus vínculos con estos movimientos, el panorama para las organizaciones civiles y los derechos individuales enfrenta una creciente presión.
Fuente: LPO