Por Francisco Cruz
La profesora Viviana está entregando los trabajos prácticos calificados. Los alumnos retiran sus correspondientes carpetas. Arturo es uno de los últimos. Cuando ve la nota, su cara se torna seria. “¿Cuánto, alumno destacado?”, le pregunta su compañero Andrés. “¡Cuatro! ¿Y tú?” “Por supuesto que cinco, gracias a mi cómplice la IAAA” Y se sonríe irónicamente. Pero su alegría no le va a durar por mucho más tiempo.
Y bien, como pueden apreciar, ha habido varias notas regulares, algunas buenas y una excelente. Realmente he quedado muy sorprendida con el trabajo presentado por el alumno Arturo. Así que Arturo, por favor, pase al frente y exponga a sus compañeros los aspectos más relevantes de su investigación. “Pero…Profe”. “Adelante, alumno avanzado”, le susurra Andrés. El resto de la clase mantiene un silencio expectante. Las miradas de Andrés y la profesora se cruzan por un instante. No está seguro, pero cree descubrir en sus ojos un destello de malicia.
Viviana Romero, profesora de Derecho: “Los docentes enfrentamos hoy una realidad que nos preocupa: el uso irresponsable de la inteligencia artificial (IA) por parte de no pocos alumnos. Lo notamos a diario en los trabajos prácticos, en los exámenes virtuales. En muchos casos, los estudiantes simplemente copian y pegan respuestas generadas por IA sin detenerse a reflexionar sobre el contenido”.
En el primer semestre del 2023, Carlos Leyva, profesor de Historia Universal se sorprendió al corregir uno de los exámenes parciales: respuestas impecables y esmerada redacción. No transcurrió mucho tiempo para descubrir que la IA había sido la responsable de tal brillantez. Para el segundo parcial, ya fueron cinco los alumnos que entregaron trabajos excepcionales. Razón más que suficiente para investigar sobre la nueva tecnología que estaba ya sentando cátedra de presencia inevitable. Él, como tantos otros docentes, se vio en la obligación de enfrentarse a disímiles dilemas, riesgos, desafíos y oportunidades que la IA estaba planteando al universo educativo.
Quizás fueron también esos los mismos dilemas a los que se enfrentó Alan Turing, cuando en 1950 propuso su famoso Test para evaluar la capacidad de una máquina para imitar el comportamiento humano. Hoy, a 74 años de distancia, podría fruncir el ceño, sonreír y sentirse complacido con lo que está logrando la inteligencia artificial.
La IA en la educación: principios y valores
Mientras Turing sonríe, los sistemas educativos de buena parte del mundo, están recibiendo con beneplácito las bondades que ofrece la IA, aunque no pocos, también, frunzan el ceño.
José Raúl Lorenzo, profesor de Informática: “En el ámbito de la educación, los chats basados en IA están ganando cada día mayor popularidad, debido a su capacidad para mejorar la experiencia del aprendizaje y la gestión educativa. Pero… ¿Y dónde radica el pero…? En que estamos obligados, en la brevedad, a aprender a usarla críticamente y con inteligencia. Y no perder de vista que la IA es una herramienta al servicio de los seres humanos, y no a la inversa”.
Según, Statista, portal alemán de estadística en línea, se estima que en plataformas de e-learning con soporte de IA, como Duolingo, Coursera y Khan Academy hay más de 300 millones de usuarios activos. Estas plataformas aplican la IA para personalizar la experiencia educativa y mejorar la retención de los estudiantes. Su uso en la educación ha crecido a un ritmo del 47% anual en los últimos cinco años. Statista estima que para el 2027, el mercado global de IA en educación alcance más de 20 000 millones de dólares.
Una cifra nada despreciable, cuyos impactos se hacen presentes en las aulas, y a los cuales no escapan ni alumnos ni docentes. En ese sentido, la profesora de Periodismo Yamile Haber señala: “Sin dudas, la integración de la IA en la educación tiene como objetivo mejorar los procesos de enseñanza aprendizaje. Para ello debe proporcionar soluciones innovadoras y personalizadas que se adapten a las necesidades individuales de los estudiantes. Debemos convertir los retos y desafíos que impone el uso de la IA en oportunidades, tanto para alumnos como para profesores, lejos de la visión academicista que se tiene del aula. No olvidar que una clase es un laboratorio, un espacio de construcción colectiva del conocimiento. Las herramientas que ofrece la IA pueden contribuir a democratizar esos espacios”.
El 30 de noviembre de 2022 marcó un punto de inflexión en la popularización de las tecnologías de inteligencia artificial: se produjo el lanzamiento público del ChatGPT, desarrollada por OpenAI. Por primera vez en la historia, el modelo GPT (transformador pre entrenado generativo) se ponía a disposición del público en una interfaz accesible y amigable, permitiendo a los usuarios interactuar con un tipo de lenguaje que les facilitaba realizar diversas tareas.
Entendida la IA como la capacidad que tienen las máquinas para usar algoritmos, aprender de los datos y utilizar lo aprendido en la toma de decisiones como lo haría un ser humano. Asdrúval Cruz, profesor de Sistemas Automáticos, amplía: “Lo que se traduce en términos prácticos en enseñarle a una máquina a aprender y tomar decisiones autónomamente a partir de millones de datos. Datos que, al decir de la publicación inglesa The Economist, son el nuevo petróleo de este siglo, son el “combustible” para la “máquina” IA”.
Lo cual implica una administración responsable para lograr una IA confiable…
En este aspecto- afirma Asdrúval Cruz- es donde la educación desempeña un papel decisivo. Como indican los principios definidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se precisa de un crecimiento inclusivo y un desarrollo sostenible donde se respeten valores y equidad centrados en el ser humano. Lo cual debe traer aparejado, de manera obligatoria, la inversión en desarrollo e investigación. Se precisa fortalecer la capacidad y preparación humanas para la transformación del mercado laboral. Y esta responsabilidad recae, indefectiblemente, sobre los sistemas educativos en todas sus etapas. El uso de la IA está provocando cambios en el rol del docente: de trasmisor de conocimientos a facilitador”.
Ricardo Montanía, estudiante de ingeniería en Informática, concuerda con el profesor Cruz: “Pienso que desde los primeros años de la escuela primaria debe haber una formación en el uso de la informática y las herramientas de la IA. Y más adelante, adquirir conocimientos relacionados con la neurociencia, aprendizaje automático, resolución de problemas. Aunque no todo el desarrollo educacional debe centrarse en los perfiles más técnicos. Con la irrupción de la IA se abren a la par otras muchas opciones en áreas como la educación, diseño, marketing, investigación”.
Indiscutiblemente, adquirir conocimientos relativos las amplias posibilidades que ofrece la IA, se está convirtiendo en un imperativo. Jesús Martín, Decano de una Facultad de Economía opina al respecto: “La Academia debe ser consciente del fenómeno IA e incorporarlo a sus planes de estudio. Se debe formar a los docentes en los instrumentos que la misma nos provee y que sean aplicables a su actividad educativa De igual manera, los estudiantes deben ser entrenados para un uso adecuado, correcto y ético”.
“En el ámbito de la educación, los chats basados en inteligencia artificial están ganando popularidad por su capacidad de mejorar la experiencia de aprendizaje y la gestión educativa”- apunta Benjamín Barán, Ministro Presidente de CONACYT. “Debemos aprender a convivir con la IA en la Era del Conocimiento, pero sin perder de vista que la IA no es la dueña absoluta de la verdad. Detrás de cualquier resultado brindado por un computador, deberá estar siempre la mirada crítica y responsable de un humano. De ahí que los comportamientos éticos son imprescindibles cuando se usa la IA. La gente buena, hará cosas buenas con ella; la gente mala, cosas malas”.
IA y educación: ventajas
Múltiples son los usos que ya ofrece la IA, representando innegables ventajas para el proceso educativo: asistentes virtuales para estudiantes, soportes en tiempo real, tutorías inteligentes, evaluación automatizada, mejoras en la gestión administrativa.
Roberto Fonseca, profesor de Derecho: “Entre las ventajas, destacaría la personalización del aprendizaje, a través del uso de la IA. Por ejemplo, Duolingo, plataforma para el aprendizaje de idiomas, utiliza la IA para adaptar las lecciones a las necesidades y progresos de los alumnos. Otro aspecto a destacar es que la IA coadyuva al trabajo colaborativo entre los estudiantes, Microsoft Teams, por ejemplo, usa la IA para facilitar la participación en actividades grupales. Y otro aspecto no menos importante es la ayuda que puede brindar la IA en la elaboración de presentaciones, revisión de pruebas estandarizadas, elaboración de exámenes, en fin, nos libera de múltiples tareas, facilitándonos más tiempo para enfocarnos en otras áreas del proceso educativo donde somos insustituibles.
Carlos Leyva: “Los sistemas de tutoría basados en IA pueden adaptarse en tiempo real, proporcionando retroalimentación inmediata y sugerencias específicas a los alumnos. También puede mejorar la accesibilidad al crear materiales adaptados para estudiantes, por ejemplo, con alguna discapacidad sensorial. La IA también facilita el análisis de datos para identificar patrones en el rendimiento de los alumnos, permitiendo de esta manera a los docentes realizar intervenciones educativas más eficaces y oportunas”.
Con tantas bondades que ofrece la IA a los docentes, corresponde, entonces formular una interrogante que cada día se torna más preocupante:
¿Reemplazará la IA la labor de los profesores?
Aldo González, profesor de Metodología de la Investigación “Considero que ninguna herramienta digital va a sustituir la labor de un docente. La IA debe ser vista como un recurso de apoyo, pero nunca de reemplazo. Aunque la IA pueda automatizar tareas administrativas y proporcionar tutorías personalizadas, el rol de los docentes sigue siendo esencial en la creación de relaciones interpersonales, el desarrollo del pensamiento crítico y la enseñanza de habilidades socioemocionales. La IA es una herramienta complementaria que potencia el trabajo de los docentes, pero jamás podrá reemplazar el valor humano que aportamos al proceso educativo”.
IA y educación: riesgos y desafíos
Si bien son innegables y múltiples las ventajas que ofrece el uso de la IA a la educación, también lo son los riesgos y desafíos a los que se enfrentan los diferentes sistemas educativos.
“¿Riesgos? Los resumiría en varios aspectos que considero fundamentales: dependencia tecnológica y reducción de la interacción humana, problemas de privacidad y seguridad de datos, desigualdad de acceso a la tecnología, riesgos de omisiones y discriminaciones provocadas por los sesgos algorítmicos, impacto en el empleo de docentes y personal administrativo. Y, por supuesto, los daños medioambientales, provocados por el gran soporte energético que requieren los sistemas digitales”. Profesor Dasniel Olivera, investigador postdoctoral en Ciencias Sociales.
Profesora Viviana Romero: Indiscutiblemente, se está dando un uso irresponsable de la inteligencia artificial por parte de no pocos estudiantes. Lo vemos en exámenes virtuales o trabajos prácticos, en los que no siempre se refleja un análisis crítico y un compromiso ético con el aprendizaje. Si tanto estudiantes como profesores crean una dependencia excesiva de la IA para realizar tareas, ello provocaría una disminución en el desarrollo de habilidades críticas, como el pensamiento analítico y la creatividad. Yo no estoy en contra de la inteligencia artificial, al contrario, creo que es una herramienta valiosa si se usa con responsabilidad. Lo que no debemos permitir es que se convierta en un atajo para evitar el esfuerzo intelectual”.
En este controvertido debate, los estudiantes, también tienen sus opiniones.
“Yo pienso que la IA es una herramienta muy eficiente, siempre y cuando la usemos de una manera controlada- señala José Carlos Alvarenga, estudiante de Comunicación Audiovisual-. No creo que su uso sea algo negativo para la enseñanza, pero sí considero que un utilización excesiva, podría ser perjudicial para nuestra formación como futuros profesionales, ya que muchas veces ni analizamos los contenidos que obtenemos de ella, los copiamos y entregamos así no más”.
Samuel Maidana, estudiante de Economía: “Lo de la dependencia de la IA es un hecho innegable y preocupante, no solamente en los estudios, sino también en la vida personal. Es cierto que la IA nos facilita la vida; sin embargo, no siempre los estudiantes la usamos de manera ética. No somos honestos en reconocer que la hemos utilizado para realizar trabajos o responder preguntas de exámenes. Como estudiantes universitarios debemos tener la capacidad y la madurez suficientes para poner límites a nuestra actuación. Somos una generación que prácticamente nació con un teléfono en la mano. ¿Cuántas horas malgastamos en ver cosas intrascendentes que poco aportan a nuestro desarrollo profesional? Ese tiempo perdido, bien que lo podríamos usar en leer un libro o disfrutar de una buena película. Pero ya eso depende de cada quien. En la Universidad, el que quiera aprender, aprende, y el que no, copia y pega”.
Los datos del impacto de la Inteligencia Artificial, hablan por sí solos. La plataforma global de inteligencia HolonlQ, estima que en el 2024 habrá alrededor de 8 mil millones de asistentes de voz de uso en todo el mundo. En las plataformas de redes sociales se registran casi 5 mil millones de personas. Para PricewaterhouseCoopers (PwC), en en el 2030, la IA contribuirá con 15,7 billones de dólares a la economía global, impulsando el consumo y la productividad.
Jesús Martin: “Con tales estadísticas tocándonos la puerta, no queda alternativa. Estamos obligados a formar a nuestros alumnos en el uso ético y correcto de la IA. Los estudiantes deben estar preparados para lo que van a encontrar en el ámbito laboral”.
En este proceso de formación, una de las desventajas más significativas que se atribuye al uso de la inteligencia artificial en la educación es la falta de empatía y comprensión emocional que provoca.
Fabio Franco, profesor de Psicología: “Aunque la IA pueda analizar datos y personalizar los contenidos de aprendizaje, carece de la capacidad humana de empatizar y entender las emociones de los estudiantes. No puede crear una conexión significativa con ellos ni proporcionarles un apoyo emocional como lo haría un humano. En el proceso educativo no se trata solo de adquirir conocimientos y habilidades, sino también de desarrollar habilidades sociales de relacionamiento. La IA no te permite el contacto cara a cara, la relación de los sentidos. La IA no debería nunca reemplazar al pensamiento crítico y creativo. Lo que diferencia a dos obras, una realizada con IA y otra humana, es el componente emocional y dramático. Los docentes no debemos obviar esa perspectiva, si queremos formar a los ciudadanos críticos, reflexivos y responsables que necesita la sociedad”.
Para Diosnel Centurión, científico investigador en Ciencias Sociales. “Desde mi punto de vista, uno de los riesgos que se corren con el uso de la IA, es creer que todo lo que te ofrece al formularle una pregunta, es totalmente cierto. Mucho de lo que aparece en la IA no tiene fuentes fidedignas. De ahí que no toda la información es correcta. La ciencia requiere refrendar todas las fuentes que se usan. Se debe reconocer y dar crédito a la propiedad intelectual de los investigadores. De lo contrario, además de representar un plagio, es una actitud antiética. No rechazo el uso de la IA. Solo pido un uso crítico y responsable”.
Inteligencia artificial: brechas y desigualdades
En una sala de clases de una universidad de Asunción, los alumnos de Ingeniería Industrial se aprestan para rendir el examen final de Matemática III. Antonia, con una laptop de la firma Apple de última generación y servicio de pago de inteligencia artificial, consulta a su asistente virtual para resolver en segundos complejos ejercicios matemáticos. A su lado, Lucas revisa los apuntes de clases y un libro prestado de la biblioteca, y también, como su compañera, intenta solucionar difíciles ejercicios. Por momentos, mira la laptop de alta gama de Antonia, y sueña que algún día podría tener una parecida.
Quizás parezca una escena ficticia. Pero, lamentablemente, no lo es. Esta escena es una muestra de cómo la IA está generando brechas significativas en el ámbito educativo. Si bien se ambienta en un aula paraguaya, el ejemplo se podría extrapolar a cualquier sala de clases de alguno de los países que conforman la región del Mercosur.
Asdrúval Cruz: “Es cierto que la brecha digital se ha acentuado con la irrupción de la IA. Pero no es un tema nuevo. Desde que las universidades comenzaron a incorporar la virtualidad en sus programas de estudio, se evidenciaron de una manera más notoria las desigualdades: carencia de dispositivos adecuados, insuficiente conectividad de internet, falta de alfabetización digital, seguido de un largo etcétera que dan cuenta de las desigualdades que en materia de acceso y oportunidades tienen los alumnos con menos recursos económicos”.
Wenderson Cardoso, profesor e investigador ambientalista: “La brecha digital no solo se circunscribe a las salas de aula, también se manifiesta entre países con diferentes grados de desarrollo. Incluso, dentro de un mismo país. Por ejemplo, en el caso brasilero, la ciudad de Sao Paulo, concentra gran parte de la infraestructura digital, empresas tecnológicas, centros de investigación y universidades especializadas en IA del país. En contraste, las regiones más alejadas o rurales tienen menos acceso a internet de alta velocidad, redes tecnológicas y centros de formación. Lo que, indiscutiblemente, limita el desarrollo de capacidades de IA, ampliándose la brecha y las desigualdades”.
El Global AI Index de 2024, elaborado por Tortoise Media, destaca a los países líderes en IA a nivel mundial, a partir de tres aspectos básicos: inversión, innovación e implementación. En este índice, que abarca 83 naciones, Brasil es el mejor situado de la región del Mercosur, ocupando el puesto 32; seguido de Argentina y Uruguay en los lugares 42 y 52, respectivamente. Paraguay se ubica en el sitio 72.
Benjamín Barán: “Son varios los factores que afectan a Paraguay en el desarrollo y adopción de la IA, por ejemplo, la falta de una infraestructura digital robusta, una limitada inversión en I+D y en políticas públicas integrales. Sin embargo, existen oportunidades para el desarrollo de IA en la agricultura y el gobierno digital. Por supuesto, siempre que se aumenten las inversiones en tecnología y formación. Desde el CONACYT estamos impulsando varios proyectos importantes, como el RAM, en coordinación con la UNESCO, la Ley de Privacidad de Datos, Normativas para el uso responsable de la IA. Y un proyecto muy relevante a nivel nacional: la sistematización del idioma guaraní mediante un modelo de lenguaje a gran escala”.
Lina Zuluaga Ocampo, consultora del área de educación del BID, está en concordancia con el ingeniero Barán: “Conocer el estado de la IA en América Latina es importante para entender qué tan lejos estamos de aprovechar al máximo la oportunidad que tenemos y dar la pauta para crear acciones enfocadas a lograr el círculo virtuoso mencionado: cultura de datos, infraestructura habilitante y habilidades digitales”.
La brecha digital existe y es innegable. Las diferencias socioeconómicas, geográficas y educativas son determinantes para que algunos estudiantes puedan aprovechar las oportunidades que ofrece la IA; mientras que otros quedan rezagados. Superar esta brecha requerirá políticas públicas que promuevan la igualdad de acceso a recursos tecnológicos y educativos, así como un mayor esfuerzo para capacitar a docentes y desarrollar infraestructuras que permitan el desarrollo de habilidades en IA a nivel global.
Los retos son múltiples e inminentes. Las luces y sombras se dan la mano en una nueva tecnología que ha llegado para quedarse. Resulta obligatorio aprender a convivir con ella y a usarla de una manera ética y responsable. Susanita, la amiga de Mafalda le pregunta: “ Te preocupas por el avance de la Inteligencia Artificial?” “No, me preocupa más el retroceso de la inteligencia natural”.
En la distancia, Andrés observa como Arturo intenta explicar algo del trabajo práctico elaborado con IA, pero en el que hubo poca intervención de sus neuronas. Finalmente, la profesora Viviana expresa lo que él hubiese querido decir: “Alumnos, no pierdan de vista que la IA es solo una herramienta de apoyo, y no la sustituta de vuestros cerebros. Y como decía un viejo profesor de Comunicación: yo podría aprobarlos, la vida se encargará de desaprobarlos”.
Alan Turing levanta el dedo pulgar en señal de aprobación. Se le ilumina la mirada, y sonríe feliz.
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