En el aniversario del Día de la Guarania, conmemorado este martes 27 de agosto, se rinde homenaje a José Asunción Flores, figura emblemática de la música paraguaya cuya creación, la guarania, aspira a ser reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. La vida y obra de Flores no solo representan un hito en la historia musical del Paraguay, sino que también reflejan la rica herencia cultural de la nación.
Nacido el 27 de agosto de 1904 en la Chacarita, un barrio humilde de Asunción, José Asunción Flores experimentó desde temprana edad las dificultades económicas que moldearían su carácter y su arte. A los siete años, el joven José ya trabajaba como vendedor de diarios y lustrabotas para contribuir al sustento familiar, una experiencia que sin duda influyó en su perspectiva de la vida y en su posterior expresión artística.
▪️ La Guarania
El legado universal de José Asunción Flores. #ElNoticiero pic.twitter.com/cNOCEiD6mn
— Trece (@trecepy) August 27, 2024
La carrera musical de Flores comenzó formalmente a los 12 años, cuando ingresó a la Banda de Policía bajo la tutela del director italiano Nicolino Pellegrini. Este período formativo fue crucial para el desarrollo de sus habilidades musicales, progresando rápidamente en teoría y solfeo, y dominando instrumentos como el bombardino y el trombón. Paralelamente, Flores cultivó un profundo interés por la música nativa paraguaya, un género que en aquel entonces no gozaba de reconocimiento en los círculos musicales oficiales.
La inquietud creativa de Flores lo llevó a explorar nuevas formas de expresión musical. Tras un meticuloso estudio de la música tradicional paraguaya y una observación atenta de la vida cotidiana, el joven músico comenzó a experimentar con ritmos y melodías. Su innovación más significativa surgió al ralentizar el tempo de la polca paraguaya, creando así un nuevo género musical: la guarania.
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El debut oficial de la guarania se produjo en 1925 con la composición “Jejuí”, estrenada en el Hotel Cosmos (actual Asunción Palace Hotel). Esta pieza marcó el inicio de una prolífica carrera que pronto vería la creación de obras emblemáticas como “Arribeño resay” y “Ñasaindýpe”. Sin embargo, fue el encuentro con el poeta Manuel Ortiz Guerrero en 1928 lo que catapultó a Flores hacia una nueva dimensión artística.
La colaboración entre Flores y Ortiz Guerrero dio origen a algunas de las composiciones más célebres de la guarania, entre ellas “India”, “Kerasy” y “Ne rendápe aju”. Esta asociación creativa, lamentablemente interrumpida por la prematura muerte de Ortiz Guerrero en 1933, dejó una huella indeleble en la música paraguaya y sentó las bases para la expansión internacional del género.
Tras la pérdida de su colaborador, Flores se trasladó a Buenos Aires en busca de nuevos horizontes. En la capital argentina, fundó la Orquesta Ortiz Guerrero, con la cual alcanzó notable éxito en teatros y radios, además de realizar grabaciones para el sello Odeón. Este período marcó la consolidación de la guarania como un género musical respetado y apreciado más allá de las fronteras paraguayas.
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El reconocimiento internacional de Flores alcanzó su cúspide en la década de 1960, cuando sus composiciones trascendieron el ámbito latinoamericano para conquistar audiencias europeas. Sin embargo, la vida del maestro llegó a su fin el 16 de mayo de 1972 en su exilio en Buenos Aires, víctima del mal de Chagas. A pesar de su partida, el legado de Flores continúa vivo, siendo interpretado y celebrado por las principales orquestas de Paraguay y del mundo.
Fuente: Última Hora.