La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) se encuentra sumida en un torbellino de controversias que amenazan con socavar los cimientos de una de las instituciones educativas más prestigiosas del Paraguay. En el epicentro de este terremoto político-académico se encuentra la decana Miryam Peña, cuyas recientes decisiones han desatado una tormenta de críticas y acusaciones que van desde la malversación de fondos hasta el nepotismo descarado.
La adquisición de una camioneta de alta gama por un valor de 324 millones de guaraníes ha encendido la mecha de la indignación estudiantil. Este vehículo, descrito como un lujo innecesario, contrasta de manera obscena con la precaria situación de las filiales de la facultad en el interior del país, donde los estudiantes deben conformarse con aulas prestadas en colegios públicos y mobiliario deficiente. La ironía de esta situación no ha pasado desapercibida para nadie: mientras la decana se pasea en un vehículo último modelo, los alumnos luchan por tener una silla decente donde sentarse.
El malestar no se limita a la cuestionable adquisición del vehículo. Los despidos irregulares de docentes han añadido leña al fuego, provocando que diferentes facciones políticas dentro de la facultad se unan en un clamor común por la renuncia de Peña. Es notable cómo la decana, otrora aliada del cartismo, ahora se encuentra enfrentada a figuras influyentes del Partido Colorado como Enrique Berni, César “Ceres” Escobar y Jorge Bogarín, evidenciando las fracturas en el seno del poder político que tradicionalmente ha dominado esta institución.
La Facultad de Derecho de la UNA, con sus más de 5,000 alumnos matriculados, ha sido históricamente un bastión de poder para la Asociación Nacional Republicana (ANR). Sin embargo, el descontento generalizado amenaza con desestabilizar este statu quo. Las denuncias de planillerismo y el presunto cobro indebido de múltiples cátedras por parte de Peña han llevado el caso hasta el Frente Parlamentario contra la Corrupción, elevando el perfil de estas acusaciones más allá del ámbito universitario.
Las protestas estudiantiles, lejos de ser homogéneas, reflejan la complejidad del entramado político dentro de la facultad. Mientras algunos grupos, como el liderado por el hijo del senador Silvio “Beto” Ovelar, se enfocan en los despidos docentes, otros, como el Centro de Estudiantes “Francisco Solano López”, ponen el acento en la malversación de fondos y el abandono de las filiales. Esta diversidad de reclamos, sin embargo, converge en un punto común: la exigencia de la salida de Miryam Peña del decanato.
La situación de las filiales merece especial atención. Es alarmante que estas dependan casi exclusivamente de los fondos recaudados por los propios estudiantes para su funcionamiento y mejora. Este abandono institucional no solo pone en evidencia una gestión deficiente, sino que también plantea serias dudas sobre la equidad en el acceso a una educación de calidad dentro del sistema universitario paraguayo.
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El escrache realizado frente al domicilio de la decana marca un punto de inflexión en este conflicto, señalando la determinación de los estudiantes de llevar sus reclamos más allá de los confines de la facultad. Esta acción, aunque controvertida, refleja la frustración acumulada ante la percepción de impunidad y la falta de respuestas satisfactorias por parte de las autoridades universitarias.
Fuente: La Política Online
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