En el corazón del Chaco paraguayo, a 427 kilómetros de Asunción, la Escuela Básica 917 San José Obrero se erige como un testimonio de las profundas carencias que enfrenta el sistema educativo nacional. Jover del Puerto, el único docente de la institución, ha alzado su voz para exponer la dura realidad que enfrentan diariamente él y sus 37 alumnos.
Del Puerto, quien además de maestro funge como encargado de Despacho, se enfrenta a la titánica tarea de educar a estudiantes desde preescolar hasta noveno grado. “Distribuyó los horarios por ciclo, pero aun así es insuficiente para brindar una educación de calidad”, lamenta el educador, quien ha solicitado infructuosamente más rubros al Ministerio de Educación y Ciencias (MEC).
La burocracia y las exigencias del MEC agravan la situación. Según Del Puerto, le piden más niños matriculados y una cantidad de documentación imposible de cumplir cuando simultáneamente debe atender a todos los alumnos y resolver los problemas de la institución.
El programa Hambre Cero se presentó inicialmente como un rayo de esperanza. Sin embargo, la realidad resultó ser muy diferente. “Felices y contentos. Brincamos en una pata porque iba a llegar un beneficio muy grande para nuestros niños, pero la sorpresa fue más grande”, relató Del Puerto a radio Monumental 1080 AM.
La entrega de alimentos reveló serias deficiencias: raciones insuficientes, frutas y verduras en mal estado, y carne que perdió la cadena de frío. “¿Qué yo voy a hacer con el resto? Le voy a decir no vino para vos, vino para este, vos no vas a almorzar todavía, vas a esperar un poquitito”, cuestionó indignado el docente.
La calidad de los productos entregados también fue motivo de preocupación. “El estado en que llegó el tomate, si te muestro, es una pena. No les mostramos eso a los alumnos y cocinamos otra cosa porque se merecen el mejor alimento”, señaló Del Puerto, quien no dudó en dejar constancia de estas irregularidades en el documento de entrega.
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La falta de infraestructura adecuada complica aún más la situación. Aunque se recibió una cocina básica y una heladera insuficiente, la escuela carece de muebles para almacenar alimentos, pileta y mesada. “Vamos a seguir administrando esta pobreza, mientras otros seguirán lucrando”, lamentó el profesor.
A pesar de las adversidades, Del Puerto mantiene su compromiso con la educación. “Con los niños, no hay que jugar”, insiste, consciente de que para muchos de sus alumnos, la comida escolar es el único plato que reciben al día. Su dedicación trasciende lo profesional: “El amor y cariño que le tengo a mis alumnos es inmenso, son como mis hijos. Voy a seguir luchando por ellos”.
Fuente: Última Hora
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