El movimiento cartista, liderado por el controversial expresidente Horacio Cartes, parece estar jugando todas sus cartas en un intento desesperado por limpiar su imagen ante la comunidad internacional. A dos años de la declaración de “significativamente corrupto” por parte de Estados Unidos, y con las sanciones contra sus empresas aún vigentes, el cartismo despliega una serie de estrategias que levantan más sospechas que confianza.
En un movimiento que podría interpretarse como un intento de presión diplomática, el cartismo ha logrado que el Parlamento Latinoamericano y el Caribe (Parlatino) emita una declaración en contra de las “medidas coercitivas unilaterales”. Aunque la resolución se presenta como genérica, no es difícil ver la mano del cartismo detrás de esta maniobra, especialmente cuando el diputado Carlos Núñez Salinas entregó personalmente la declaración al presidente del Partido Colorado.
Mientras tanto, el presidente Santiago Peña, fiel aliado de Cartes, se ha embarcado en una gira diplomática que más parece una campaña de relaciones públicas. Sus reuniones con autoridades estadounidenses, incluyendo legisladores de ambos partidos, parecen tener un objetivo claro: ablandar la postura de Washington hacia el cartismo. Sin embargo, cabe preguntarse si estas gestiones buscan realmente mejorar las relaciones bilaterales o simplemente proteger los intereses personales de Cartes y su círculo.
La reciente declaración del senador republicano Marco Rubio, criticando al embajador Marc Ostfield por sus posturas progresistas, ha sido recibida con entusiasmo por el cartismo. Este apoyo a posiciones conservadoras podría interpretarse como un intento de alinearse con sectores influyentes en Estados Unidos, sin importar las implicaciones para los derechos y libertades en Paraguay.
El anuncio de la designación de Gabriel Escobar como nuevo embajador de Estados Unidos en Paraguay ha sido celebrado prematuramente por el cartismo. Esta reacción levanta interrogantes sobre las expectativas del movimiento: ¿Esperan que el nuevo embajador sea más complaciente con sus intereses? ¿O simplemente ven una oportunidad para reescribir su historia reciente?
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Es importante recordar que las sanciones impuestas por Estados Unidos no son caprichos diplomáticos, sino el resultado de investigaciones serias sobre corrupción y lavado de dinero. El afán del cartismo por levantar estas sanciones, sin aparentemente abordar las causas subyacentes, plantea serias dudas sobre su compromiso real con la transparencia y la lucha contra la corrupción.
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La estrategia del cartismo parece apostar por una diplomacia de presión y relaciones públicas, en lugar de una verdadera reforma y rendición de cuentas.
Fuente: La Política Online
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