En una operación que ha sacudido los cimientos del narcotráfico internacional, las autoridades estadounidenses han logrado lo que muchos consideraban imposible: la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, alias “El Güero”, hijo del infame Chapo Guzmán. Este golpe sin precedentes al Cartel de Sinaloa marca un hito en la lucha contra el crimen organizado transnacional.
El Mayo Zambada, a sus 76 años, era considerado una leyenda viviente en el mundo del narcotráfico. Su habilidad para evadir a la justicia durante décadas había sido inmortalizada incluso en corridos populares. Sin embargo, el mito de su invulnerabilidad se ha desvanecido con su captura, poniendo fin a una era de impunidad que parecía interminable.
Por su parte, El Güero, de 38 años, representaba la nueva generación del imperio criminal fundado por su padre. Su detención no solo significa un duro golpe para Los Chapitos, la facción liderada por los hijos del Chapo, sino que también interrumpe una compleja red de producción y distribución de drogas que se extendía desde Colombia hasta Estados Unidos.
La trayectoria de El Mayo Zambada es un testimonio de astucia y adaptabilidad en el turbulento mundo del narcotráfico. Desde sus humildes inicios como repartidor de muebles en Culiacán, ascendió a través de las filas de diversos cárteles, forjando alianzas estratégicas y, cuando fue necesario, traicionando a sus propios socios para mantener su posición de poder.
Uno de los aspectos más notables de El Mayo era su capacidad para mantenerse en las sombras. A diferencia de otros capos más ostentosos, Zambada cultivó un perfil bajo, cambiando constantemente de ubicación y sometiéndose incluso a cirugías para alterar su apariencia. Esta estrategia de evasión lo convirtió en un blanco escurridizo para las autoridades durante años.
Más allá de su papel como traficante, El Mayo se distinguió por su enfoque empresarial en el lavado de dinero. Estableció una intrincada red de negocios legítimos que le permitieron blanquear miles de millones de dólares, involucrando a miembros de su familia en la gestión de estas operaciones. Esta faceta financiera del cartel lo convirtió en un actor clave no solo en el submundo criminal, sino también en la economía formal.
Unite a nuestro canal de WhatsApp
El Güero, por su parte, representa la continuidad dinástica del imperio Guzmán. Aunque menos conocido que su hermano Ovidio, las autoridades estadounidenses lo señalan como una figura de alto rango dentro del cartel. Su participación en la fuga del Chapo en 2015 y su presunto control sobre laboratorios de metanfetamina en Sinaloa subrayan su importancia en la estructura criminal.
La caída de estas dos figuras plantea interrogantes sobre el futuro del Cartel de Sinaloa y el equilibrio de poder en el mundo del narcotráfico. Mientras las autoridades celebran este logro histórico, queda por ver cómo se reorganizarán las redes criminales y qué información crucial podrían proporcionar estos capos sobre la compleja relación entre el mundo del narcotráfico y las esferas legales de la sociedad.
Fuente: BBC News Mundo
