La violencia machista sigue cobrando vidas en Paraguay. Según datos proporcionados por el programa de Datos Abiertos del Ministerio Público, en lo que va del año, 17 mujeres han sido víctimas de feminicidio, mientras que otras 29 han sufrido intentos de este terrible crimen. Estas cifras no solo reflejan la crueldad de los agresores, sino también el impacto devastador en las familias, dejando a 34 niños huérfanos de madre.
Enero se posiciona como el mes más violento para las mujeres, con cinco casos de feminicidio registrados. Marzo le sigue de cerca con cuatro víctimas fatales. La distribución territorial de estos crímenes revela que el departamento Central concentra la mayor cantidad de casos, con un total de ocho. Las edades de las víctimas oscilan entre los 14 y los 75 años, mientras que los agresores tienen entre 18 y 70 años.
Detrás de cada feminicidio, hay historias desgarradoras de familias destrozadas. De las 17 víctimas registradas hasta el momento, 14 eran madres, dejando a sus hijos en una situación de vulnerabilidad y desamparo. La mayoría de los agresores eran parejas o exparejas de las víctimas, lo que evidencia la necesidad urgente de abordar la violencia doméstica y de género en todas sus formas.
Los detalles de estos crímenes son estremecedores. En siete casos se utilizaron armas blancas, mientras que en cuatro se emplearon armas de fuego. Dos mujeres fueron asfixiadas y una falleció por shock séptico. El ensañamiento estuvo presente en cinco de los feminicidios, con un caso extremo de más de 40 puñaladas. Además, en cuatro ocasiones, los autores intentaron simular las circunstancias de la muerte para evadir la justicia.
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De los 16 autores identificados, 12 fueron imputados, mientras que cuatro se quitaron la vida antes de ser capturados. Es alarmante que uno de ellos contaba con una medida de restricción de acercamiento otorgada por el Juzgado, lo que evidencia las fallas en el sistema de protección a las víctimas. Catorce de las mujeres asesinadas eran paraguayas, mientras que dos eran de nacionalidad brasileña.
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Es necesario fortalecer las políticas públicas de prevención, protección y atención a las víctimas, así como promover un cambio cultural que desafíe los estereotipos y las desigualdades de género. Solo mediante un trabajo conjunto entre el Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía podremos poner fin a esta tragedia que enluta a tantas familias paraguayas.
Fuente: ABC Color
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