Recientes investigaciones lideradas por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) arrojan nueva luz sobre la relación entre los hábitos alimentarios y el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Estos estudios, publicados en las revistas científicas “Maturitas”, “British Journal of Urology International” y “Nutrients”, forman parte del Proyecto EPIC-España y fueron desarrollados por un equipo del Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII.
Los hallazgos refuerzan la idea de que las recomendaciones nutricionales deben centrarse en patrones dietéticos generales, más que en alimentos individuales. En particular, los estudios sugieren que adoptar hábitos alimentarios que se alejan del patrón de dieta occidental en favor de una dieta mediterránea podría reducir significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, mama y colon-recto.
Miguel Rodríguez, uno de los investigadores involucrados, subraya la importancia de interpretar estos resultados con cautela. “Tener una dieta altamente concordante con el patrón Occidental no es sinónimo de desarrollar cáncer, mientras que tener una gran adherencia a la dieta Mediterránea no garantiza una total prevención”, advierte Rodríguez. No obstante, los autores consideran crucial transmitir la necesidad de reducir el consumo de alimentos típicos del patrón Occidental y aumentar aquellos propios del patrón Mediterráneo.
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Específicamente, los expertos recomiendan disminuir el consumo de lácteos grasos, panes, arroces y pastas blancas, embutidos, carnes procesadas, refrescos azucarados, zumos, dulces, bollería, comida preparada y salsas. En su lugar, abogan por una dieta rica en frutas enteras, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva.
Adela Castelló, investigadora del CNE-ISCIII y del CIBERESP, enfatiza que “este simple cambio puede reducir significativamente el riesgo de padecer cáncer”. Sin embargo, Castelló también señala un desafío contemporáneo: “El aumento de la disponibilidad de alimentos procesados en las últimas décadas, junto con la menor disponibilidad de tiempo para la cocina tradicional, podría haber modificado la dieta de los individuos que presentaban una alta adherencia a dieta mediterránea al inicio del estudio, en la década de los años 90”.
Los resultados de los estudios son contundentes. Los participantes en el estudio EPIC-España con una alta adherencia al patrón de dieta Occidental mostraron el doble de riesgo de desarrollar un cáncer de próstata agresivo, un 37% más de riesgo de padecer un cáncer de mama y un 53% más de riesgo de tener cáncer colorrectal. En contraste, una alta adherencia al patrón Mediterráneo se asoció con un 16% menos de riesgo de desarrollar un tumor maligno en el colon y recto.
Es importante entender las características de cada patrón dietético. El Patrón Occidental se caracteriza por un alto consumo de productos lácteos grasos, carne procesada, granos refinados, dulces, comida preparada, salsas y bebidas azucaradas. El Patrón Prudente, por otro lado, se distingue por un elevado consumo de productos lácteos bajos en grasas, granos integrales, frutas, verduras y zumos, típico de personas preocupadas por su peso.
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El Patrón Mediterráneo, objeto de interés en estos estudios, se caracteriza por un alto consumo de frutas y verduras, legumbres, pescado, patatas hervidas y aceite de oliva, con preferencia por las frutas enteras sobre los zumos. Este patrón parece ofrecer beneficios significativos en la prevención de ciertos tipos de cáncer, aunque los investigadores subrayan la necesidad de más estudios para confirmar y ampliar estos hallazgos.
Fuente: La Nación.