Trabajadoras del Ministerio de Salud denuncian precariedad y verticalismo

En una reciente entrevista, dos trabajadoras del Ministerio de Salud Pública de Paraguay, que prefirieron mantener el anonimato, revelaron preocupantes detalles sobre la gestión y condiciones laborales en el sistema de salud. Señalaron una estructura extremadamente vertical que impide la aplicación efectiva de políticas de salud y la participación de los trabajadores en la toma de decisiones.

Una de las principales críticas apunta al marcado verticalismo que rige la estructura ministerial, donde las normativas y disposiciones “bajan” de manera unidireccional, sin espacios para el diálogo o la retroalimentación desde los trabajadores de primera línea. “Nos manejamos a través de grupos de WhatsApp donde solo los administradores pueden opinar, nosotros estamos bloqueados”, relató una de las fuentes consultadas.

Este verticalismo, sumado a la falta de recursos e insumos, genera una brecha profunda entre los lineamientos teóricos y la realidad en territorio. “A veces lo que está escrito suena tan lejano para un trabajador, no es el usuario ni los recursos que ellos pintan”, señaló otra de las entrevistadas, quien reconoció que, ante la escasez, recurren a soluciones creativas para brindar atención, como improvisar soportes para las soluciones intravenosas.

Pero más allá de las carencias materiales, las trabajadoras denunciaron la reproducción de lógicas de desigualdad y discriminación hacia los sectores más empobrecidos de la sociedad paraguaya. Relatan situaciones de desprecio y deshumanización hacia los usuarios, a quienes se les niega muchas veces su condición de sujetos de derechos, siendo tratados como meros receptores de eventuales “beneficios” del Estado.

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“Se nota el desprecio a la pobreza”, afirmaron las fuentes, quienes incluso perciben un trato diferenciado hacia los propios compañeros de trabajo según su nivel de instrucción o recursos económicos. Esta lógica discriminatoria se extiende también hacia los pueblos indígenas, a quienes “se les mira y se bloquea” a la hora de brindarles atención, denotando un profundo desconocimiento cultural.

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Ante esta realidad, las trabajadoras de salud pública no ocultaron su impotencia y malestar por formar parte de un sistema que, lejos de garantizar el derecho a la salud, perpetúa y profundiza las desigualdades sociales existentes. “Te hace sentir muy miserable”, confesaron, conscientes de que visibilizar estas falencias podría acarrear represalias, pero convencidas de la necesidad de dar a conocer una realidad que interpela la razón de ser del Ministerio de Salud.

Entrevista anónima de Agustín Barúa Caffarena, médico, psiquiatra comunitario, antropólogo e investigador,  para el medio E’a. Puedes leer la entrevista completa aquí.

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