La alianza estratégica entre Estados Unidos e Israel, una de las más importantes a nivel global, se encuentra en su peor crisis en décadas debido a la guerra en Gaza. El presidente estadounidense, Joe Biden, alteró parcialmente esta relación al advertir que no suministraría armas si Israel llevaba a cabo una invasión planificada en Rafah, poniendo en evidencia una grieta diplomática en los últimos 40 años.
Los envíos de armamento constituyen la base de la alianza entre ambos países, por lo que la decisión de Biden generó una profunda división política en Estados Unidos. Mientras el Partido Republicano se mantiene incuestionablemente proisraelí, el Partido Demócrata se encuentra profundamente dividido, según afirma Aaron David Miller, exanalista del Departamento de Estado y veterano negociador de paz en Medio Oriente.
Hasta el momento, el mandatario estadounidense había evitado tomar medidas que pudieran dañar la relación bilateral. Sin embargo, la percepción de que las fuerzas israelíes estaban cerca de invadir Rafah fue el detonante que llevó a Biden a cruzar el umbral de retener envíos de armas a su principal aliado en la región, una acción sin antecedentes desde la presidencia de Ronald Reagan en la década de 1980.
La situación humanitaria en Gaza empeoró considerablemente debido a los combates. La ONU indicó que más de 100.000 personas huyeron de la zona y se enfrentan a una grave escasez de alojamiento, alimentos, agua y servicios sanitarios. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, prometió en reiteradas ocasiones lanzar una invasión terrestre total contra Rafah, hogar de más de 1 millón de palestinos desplazados, con el objetivo de destruir los cuatro batallones restantes de Hamás que se encuentran escondidos allí.
Washington instó repetidamente a Israel a evitar una invasión a gran escala, presionando para que se lleve a cabo una “operación más selectiva” contra Hamás en Rafah. Miller señaló que Biden teme que una incursión en la ciudad socave cualquier posibilidad de reducir la escalada del conflicto y liberar a los rehenes, además de generar una crisis con Egipto y provocar más divisiones dentro del Partido Demócrata.
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Antes de la entrevista televisiva en la que Biden advirtió sobre la suspensión de envíos de armas, Estados Unidos ya había puesto en “pausa” el suministro de bombas de 900 y 230 kilos a Israel. Un alto funcionario de la administración expresó su preocupación por el “uso final” de estas municiones de alta carga útil y su impacto en entornos urbanos densamente poblados, como se observó en otras partes de Gaza.
Aunque el ejército israelí sostiene que estas bombas son necesarias para eliminar a Hamás, un informe del Departamento de Estado encargado por Biden sugiere que Israel pudo haber utilizado, en algunos casos durante la ofensiva en Gaza, armas suministradas por Estados Unidos en ataques que violaron el derecho internacional humanitario. Sin embargo, el informe no contaba con información completa en su evaluación, lo que permite la continuidad de la ayuda militar.
La decisión de Biden generó reacciones encontradas en el Congreso estadounidense. Mientras senadores republicanos como Pete Ricketts y John Barrasso consideran la pausa en el envío de armas como “escandalosa” y una muestra de “debilidad” del presidente, algunos senadores demócratas, como Chris Coons, acogieron con mayor beneplácito el cambio de postura, aunque destacando la importancia de minimizar las víctimas civiles.
La crisis en la relación entre Biden y Netanyahu ocurre en un momento crítico para las negociaciones de alto el fuego y la liberación de rehenes por parte de Hamás. Algunos analistas israelíes sugieren que las decisiones de Biden podrían comprometer estos diálogos y beneficiar a Hamás, aunque la opacidad de las conversaciones dificulta confirmar esta hipótesis.
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A pesar de los desacuerdos, Biden reafirmó en múltiples ocasiones su apoyo a Israel, pero advirtiendo sobre la necesidad de evitar los errores cometidos tras los ataques del 11 de setiembre y lamentando la pérdida de vidas palestinas inocentes. Por su parte, Netanyahu respondió desafiando la presión estadounidense, consciente de que estas muestras de desafío fortalecen su base política en Israel.
Fuente: BBC.
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