En Ñeembucú, más de 4.000 familias se encuentran afectadas por inundaciones, mientras las autoridades tardan en proporcionar soluciones. A pesar de las persistentes precipitaciones, aún no se implementó un plan efectivo para drenar las aguas y ayudar a las familias afectadas.
La ausencia del presidente de la República, Santiago Peña, durante los 37 días de la crisis generó críticas por parte de los damnificados. Aunque el gobierno departamental intentó mitigar la situación con tareas de limpieza de cauces hídricos y entregas de kits de alimentos, estas medidas no fueron suficientes para resolver el problema.
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La falta de planificación en las acciones empeoró la situación para los pobladores. Las maquinarias pesadas destinadas a limpiar los cauces hídricos priorizaron algunos establecimientos aguas arriba, inundando así a comunidades en la zona baja. Además, los pobladores de Laguna Itá y Estero Cambá se sienten desatendidos por las autoridades locales y tuvieron que tomar medidas por su cuenta para enfrentar la crisis.
En Laguna Itá, los residentes contrataron una retroexcavadora para limpiar los cauces hídricos y permitir el acceso de ayuda. En Estero Cambá, los vecinos construyeron muros de contención con bolsas de arena para protegerse de las aguas.
Otras comunidades, como Tacuara’i, Duarte Cué y Punta Diamante, también se enfrentan a la falta de asistencia. Los habitantes de Apipé, en Laureles, denunciaron que fueron ignorados por las autoridades tanto departamentales como nacionales, a pesar de las difíciles condiciones en las que se encuentran.
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La situación se agrava en Tuyú Cué, en Humaitá, donde los residentes tuvieron que utilizar herramientas manuales para mejorar el acceso a sus comunidades. A pesar de los esfuerzos locales, se necesita una intervención más amplia por parte de las autoridades para hacer frente a esta crisis.
Fuente: ABC.
