En el territorio paraguayo conviven diversas especies de serpientes, algunas de ellas altamente venenosas y temidas por su peligrosidad. Pier Cacciali, reconocido herpetólogo, compartió sus conocimientos sobre estas fascinantes criaturas, detallando cuáles son las variedades más peligrosas, sus hábitats y cómo actuar ante eventuales mordeduras.
Cacciali inició explicando sobre las “culebritas eléctricas”, diminutas serpientes más delgadas que una lombriz, de colores grises o negros, que habitan bajo tierra. Estas especies cumplen un rol ecológico esencial al airear y nitrogenar el suelo, interactuando con la ecología subterránea y alimentándose de pequeños artrópodos como arañas, cucarachas y escorpiones.
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El experto reveló que en Paraguay coexisten 120 especies de serpientes, de las cuales 12 son venenosas, representando un 10% de la diversidad nacional. Desde las más diminutas hasta las imponentes anacondas, como la “mboy yagua” del norte, que puede alcanzar los cinco metros de longitud, o la “kuriju” del sur, de cuatro metros, típica de la zona de Asunción.
Estas temibles anacondas acuáticas se alimentan de vertebrados como carpinchos, yacarés, monos y aves. Cazan acechando a sus presas entre la vegetación de los ríos y camalotes, para luego matarlas por constricción, apretando la caja torácica hasta asfixiarlas. Cacciali aclaró que, contrario a la creencia popular, no rompen huesos, sino que evitan que la víctima pueda respirar antes de ingerirla entera gracias a su cráneo de huesos móviles y gran apertura bucal.
Otra especie venenosa presente es la temida serpiente coral, cuyo nombre científico es Micrurus altirostris, caracterizada por su llamativa coloración negra, blanca y roja. Sin embargo, el experto advirtió sobre las “imitadoras de corales” o “mboy chumbe” en guaraní, igualmente venenosas pero con bocas pequeñas que limitan su mordedura a dedos o extremidades delgadas.
El grupo más peligroso son las víboras, como las yararás (botrox) y cascabeles (crotalus), que pueden medir hasta 1,80 metros. Estas serpientes causan numerosos accidentes ofídicos debido a su eficaz mordedura e inoculación de veneno, provocando dolor intenso, destrucción de tejidos y hemorragias en las mucosas.
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Ante una mordedura de serpiente venenosa, Cacciali recomendó acudir rápidamente a un centro de salud para recibir el suero antiofídico, disponible en farmacias y con un stock considerable en el Ministerio de Salud, aunque a veces mal distribuido. La gravedad se determina por la velocidad de avance de la necrosis oscura en la zona afectada.
Finalmente, el especialista destacó que las serpientes venenosas se alimentan principalmente de roedores como ratas y ratones, y anunció la próxima presentación de su libro “Serpientes del Paraguay”, una guía completa sobre las 120 especies nativas, su biología, morfología y aspectos reproductivos, ideal para conocer y proteger esta biodiversidad.
Fuente: ABC.
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