El presidente chino, Xi Jinping, recibió este viernes al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en el Gran Salón del Pueblo de Beijing, en una visita que busca abordar las crecientes tensiones entre las dos potencias económicas. Durante el encuentro, Xi destacó la importancia de ser «socios, no rivales”, aunque advirtió que aún quedan “muchos problemas” por resolver en las relaciones bilaterales.
Uno de los principales temas abordados por Blinken fue la preocupación de Estados Unidos por la ayuda que China podría estar brindando a Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania. El diplomático estadounidense instó a Beijing a no suministrar componentes electrónicos, mecánicos, electromecánicos y otros tipos de tecnología de Defensa que podrían ser utilizados en el conflicto. Blinken enfatizó que “a Rusia le resultará difícil mantener su esfuerzo bélico sin la ayuda de China”.
A pesar de las tensiones, Xi reconoció que ambos países han logrado “algunos progresos positivos” desde su reunión con el presidente Joe Biden a finales del año pasado. Sin embargo, subrayó que todavía hay un margen considerable para seguir esforzándose en la resolución de los problemas pendientes. El líder chino propuso tres principios fundamentales para guiar la relación bilateral: “respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación beneficiosa para todos”.
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Durante su visita, Blinken también se reunió con su homólogo chino, Wang Yi, en conversaciones que calificó de “extensas y constructivas” y que se prolongaron por más de cinco horas. Sin embargo, Wang advirtió que las múltiples presiones ejercidas por Washington pueden provocar una degradación en las relaciones bilaterales, haciendo referencia al malestar chino por las medidas económicas adoptadas por la administración Biden, como el veto a las exportaciones de semiconductores y las amenazas de prohibir la plataforma TikTok si no corta lazos con su matriz china.
A pesar de la contundencia de las declaraciones de Wang, responsables estadounidenses y expertos creen que la prioridad de Xi es controlar las dificultades económicas que atraviesa el país y que, al menos a corto plazo, busca evitar la confrontación con Occidente. Blinken, por su parte, instó a que ambas partes gestionen “responsablemente” su relación, siendo lo más claros posible sobre las áreas en las que mantienen diferencias para evitar malentendidos y errores de cálculo.
Durante su visita, Blinken también tenía previsto abordar otros temas, como la necesidad de moderación por parte de China ante la investidura en mayo de un nuevo presidente en Taiwán, la isla de gobierno autónomo reivindicada por Beijing, y pedir que use su influencia sobre Irán para intentar contener la amenaza de un conflicto abierto con Israel.
La visita de Blinken se produce en un contexto político complejo para el presidente Biden, quien se enfrenta a una dura batalla para las presidenciales de noviembre contra su predecesor republicano Donald Trump, conocido por su política beligerante hacia China durante su mandato. A pesar de los esfuerzos de la administración demócrata por destacar los progresos obtenidos gracias a su acercamiento diplomático a China, como el compromiso de Beijing de imponer un mayor control a la exportación de los precursores químicos del fentanilo, en algunas áreas Biden ha ejercido una presión sobre China incluso mayor a la de Trump.
La reunión entre Xi y Blinken pone de manifiesto la complejidad de las relaciones entre Estados Unidos y China, marcadas por una mezcla de cooperación y competencia en diversos ámbitos. Mientras ambos países reconocen la importancia de mantener una relación estable y mutuamente beneficiosa, las tensiones en torno a cuestiones como el comercio, la tecnología, los derechos humanos y la seguridad regional siguen siendo un desafío constante.
En este contexto, la visita de Blinken a China representa un esfuerzo por mantener abiertos los canales de comunicación y diálogo entre las dos potencias, aunque queda claro que aún queda un largo camino por recorrer para superar las diferencias y construir una relación más sólida y equilibrada.
La capacidad de ambos países para gestionar responsablemente sus desacuerdos y encontrar áreas de cooperación será fundamental para la estabilidad y el desarrollo no solo de sus propias naciones, sino también para el resto del mundo.
Fuente: Clarín
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