Rossana Fernández, una paciente del Instituto Nacional del Cáncer (Incan), se encuentra en una situación desesperante. La mujer debe someterse a un estudio imagenológico vital, denominado Tomografía por Emisión de Positrones (PET scan), para conocer la evolución de su enfermedad y determinar si avanzó, desapareció o si ya es candidata para recibir el alta médica. Sin embargo, a pesar de que su médico tratante le programó una consulta para el 22 de mayo con el objetivo de evaluar los resultados, el turno para realizarse el PET scan le fue asignado recién para agosto.
“Este estudio es decisivo para saber mi futuro”, manifestó Fernández en una videollamada con NPY. Ante la urgencia de la situación, la paciente se acercó a la Dirección del Incán para solicitar un cambio de turno que le permitiera contar con los resultados antes de la fecha de su consulta. No obstante, la respuesta que recibió fue desalentadora: “tiene que esperar”.
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En un intento por encontrar una solución, Rossana buscó dialogar directamente con el titular del Incán, Raúl Doria. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. “Incluso me fui, quise conversar con él. Me dijo que su secretaria salió y que tenía una reunión mucho más importante; o sea, que nuestras vidas no son importantes”, recriminó la paciente, evidenciando su frustración ante la falta de empatía y respuesta por parte de las autoridades.
La joven no es la única que expresa su descontento con la nueva dirección del Incán. Según su testimonio, la gestión anterior, a pesar de sus deficiencias, siempre daba la cara y atendía las inquietudes de los pacientes. “Yo llego a la conclusión de que te dan un turno para cinco o seis meses y, de por ahí tienen suerte, te morís por el camino y se ahorran esa plata», subrayó Fernández, dejando entrever la desesperanza y el abandono que sienten muchos pacientes.
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Rossana también intentó entablar un diálogo con el doctor Gustavo Campos, director médico del Incán, pero una vez más se topó con un muro de indiferencia. Según su relato, el médico no solo no la recibió, sino que ni siquiera le dedicó “dos minutos” de su tiempo. “Le esperé hasta el final, salió por la puerta de atrás de la oficina y se largó. Así de sencillo. ¿Cómo se va a retirar, si yo le estaba esperando? Intenté seguirle, se subió a su camioneta y aceleró”, lamentó la paciente.
El PET scan, un estudio fundamental para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades oncológicas, es tercerizado por el Incán y se realiza en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (IICS), dependiente del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). De acuerdo con la información proporcionada por Rossana, el doctor aclaró que mensualmente solo 16 pacientes pueden acceder a este estudio, lo que evidencia las limitaciones y la alta demanda existente.
La situación de Rossana Fernández no es un caso aislado. Según su testimonio, muchos otros pacientes del Incán enfrentan tratos indignantes y dificultades para acceder a estudios y tratamientos cruciales para su salud.
Fuente: Última Hora.
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