Las relaciones entre México y Ecuador han tocado fondo después de un acontecimiento sin precedentes que ha desencadenado una grave crisis diplomática entre ambos países. El gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, decidió romper relaciones diplomáticas con Ecuador este viernes, luego de que un grupo de policías ecuatorianos trepara las paredes y vallas de la embajada mexicana en Quito para ingresar al recinto.
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El operativo policial buscaba capturar al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, quien se encontraba refugiado en la embajada mexicana desde diciembre del año pasado. Glas había sido condenado por la justicia ecuatoriana por corrupción y enfrentaba nuevos procesos judiciales en su contra.
La irrupción de las fuerzas de seguridad ecuatorianas en la sede diplomática mexicana ha sido fuertemente criticada tanto dentro como fuera de Ecuador. Sin embargo, el gobierno del presidente Daniel Noboa justifica la acción asegurando que se trata de una defensa de la soberanía nacional y un esfuerzo para evitar la intervención extranjera en los asuntos internos del país.
El aumento de las tensiones entre México y Ecuador se produjo luego de unas polémicas declaraciones del presidente López Obrador, quien sugirió que el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el año pasado había influido en las intenciones de voto en las elecciones ganadas por Noboa. Como respuesta, el gobierno ecuatoriano declaró persona non grata a la embajadora de México en Ecuador, Raquel Serur, y le dio un breve plazo para abandonar el país.
La situación se agravó cuando México anunció que, tras un análisis exhaustivo, había decidido otorgar asilo político al exvicepresidente Glas. Poco después, militares y policías ecuatorianos comenzaron a rodear la embajada mexicana en Quito, y durante la noche del viernes, un grupo de agentes irrumpió en las instalaciones y capturó a Glas.
El jefe de la misión consular mexicana en Ecuador, Roberto Canseco, se encontraba en la embajada en el momento de la irrupción y denunció la violencia del operativo. «A riesgo de mi vida defendí el honor y la soberanía de mi país. Esto no puede ser, es increíble que haya sucedido algo así», declaró a los medios.
La trayectoria política de Jorge Glas, el hombre en el centro de la crisis diplomática, está estrechamente ligada al expresidente ecuatoriano Rafael Correa. Glas ocupó diversos cargos públicos durante el gobierno de Correa y llegó a ser su vicepresidente. Sin embargo, en 2017 fue condenado a ocho años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. Tras obtener la libertad condicional en 2022, enfrentó nuevos procesos judiciales que lo llevaron a buscar refugio en la embajada mexicana.
La irrupción de la policía ecuatoriana en la sede diplomática ha despertado una reacción unánime de rechazo por parte de gobiernos de la región y organizaciones internacionales. Varios mandatarios, como los presidentes de Nicaragua, Honduras y Colombia, han expresado su condena y solidaridad con México, calificando el hecho como una violación de los instrumentos internacionales que regulan las relaciones diplomáticas y el derecho al asilo.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, también se mostró alarmado por lo sucedido, advirtiendo que las violaciones a la soberanía diplomática ponen en peligro las relaciones internacionales normales y la cooperación entre los Estados.
En Ecuador, el episodio ha provocado una fuerte reacción por parte de la oposición al gobierno de Noboa. El correísmo ha pedido la renuncia del presidente, calificándolo de incapaz para gobernar. La bancada del partido Revolución Ciudadana, la más numerosa de la Asamblea, se ha declarado en oposición al gobierno y ha anunciado solicitudes de juicio político contra varios ministros.
El expresidente Rafael Correa, que gobernó junto a Glas, ha condenado enérgicamente las acciones del gobierno de Noboa, calificándolas como sin precedentes en la historia latinoamericana. «Ni en las peores dictaduras se ha violado la embajada de un país. No vivimos un Estado de derecho, sino un Estado de barbarie», afirmó.
Por su parte, el gobierno de Ecuador defiende su postura argumentando que está defendiendo la soberanía nacional y evitando la intervención extranjera en los asuntos internos del país. La canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, calificó la concesión de asilo diplomático a Glas como un «acto ilícito».
La crisis diplomática entre México y Ecuador ha alcanzado un punto crítico, con la ruptura de relaciones y fuertes reacciones internacionales. El desenlace de esta situación dependerá de la capacidad de ambos gobiernos para encontrar una salida diplomática y restablecer los canales de diálogo, respetando los principios del derecho internacional y la soberanía de los Estados.
Fuente: BBC Mundo
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