En un análisis profundo sobre el estado actual de la democracia paraguaya, expertos advierten sobre la creciente corrupción que amenaza con socavar los avances logrados en las últimas décadas. Tras la caída de la dictadura de Stroessner, el país dio pasos significativos hacia la instauración de un sistema democrático, pero ahora se evidencia un preocupante retroceso hacia una forma “iliberal”, donde los ciudadanos carecen de verdaderas libertades civiles y transparencia en el manejo del poder.
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Según el prestigioso instituto Freedom House, Paraguay pasó de ser considerada una “Sociedad No Libre” a ser catalogada como una “Sociedad Parcialmente Libre” después del fin del régimen autoritario. Se observaron mejoras en los registros electorales, el conteo de votos y la disipación de la persecución a opositores. Además, la prensa pudo ejercer su función de informar con mayor libertad, y hubo alternancia en el poder con la llegada de Fernando Lugo, aunque su mandato se vio interrumpido por maniobras políticas que lo derrocaron.
Sin embargo, en la actualidad, el país parece retroceder hacia una forma de democracia “iliberal”, donde, a pesar de celebrarse elecciones, los ciudadanos carecen de conocimiento sobre las acciones del verdadero poder debido a la falta de verdaderas libertades civiles. Por lo tanto, no se puede considerar una “sociedad abierta” en su totalidad.
Este proceso de deterioro de las instituciones democráticas se generalizó en otras naciones, como exponen Steven Levisky y Daniel Ziblatt en su libro “Cómo mueren las democracias”. Ya no es común que las democracias terminen con golpes militares típicos, sino que se debilitan lentamente y de manera progresiva declinan sus instituciones fundamentales, como el sistema judicial y la prensa, así como con el deterioro global de las normas políticas que sustentan el pacto social democrático.
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En el caso de Paraguay, se evidencia un monopolio económico-electoral que busca perpetuarse, recordando el modelo predemocrático de la era estronista, aunque ahora utilizando el poder del dinero en lugar de la fuerza. Este monopolio no es puramente político-militar, sino que se basa en la influencia económica y la compra de votos, generando una asimetría antidemocrática.
La compra de votos, tanto de ciudadanos como de líderes electos y miembros de los poderes del Estado, se convirtió en una práctica generalizada. El partido mayoritario y una parte significativa de los demás partidos políticos se encuentran bajo la influencia del dinero, convirtiendo a la democracia en una especie de plutocracia.
Además, se observa una preocupante discrecionalidad judicial, donde la Fiscalía investiga primero lo que el poder desea, archivando casos o actuando según “órdenes superiores”. Se cuestiona la imparcialidad en casos como el juicio político contra Lugo, las denuncias contra Mario Abdo Benítez y la supuesta complicidad con el crimen organizado.
Por último, la falta de transparencia en el manejo del poder es alarmante. Se desconoce quién ordenó acciones como el ataque al Parlamento, el asesinato de Rodrigo Quintana o el crimen contra Marcelo Pecci, evidenciando la opacidad en torno a las decisiones y responsabilidades de los líderes políticos y económicos.
Este análisis evidencia la necesidad urgente de reforzar las instituciones democráticas, combatir la corrupción y garantizar la transparencia y el respeto a las libertades civiles en Paraguay. De lo contrario, el país corre el riesgo de seguir retrocediendo hacia formas cada vez más erosionadas de democracia.
Fuente: José Carlos Rodríguez, Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep).