En el ámbito del sueño y el descanso, una interrogante común es determinar cuál es el mejor horario para ir a la cama por las noches. Sin embargo, los expertos aclaran que no existe una respuesta única, ya que este factor depende en gran medida del cronotipo de cada individuo.
El cronotipo se refiere a la sincronización de los ritmos circadianos de cada persona, lo que determina su preferencia natural por dormir y despertar en ciertos horarios. Se distinguen tres tipos principales: búho, alondra y colibrí.
Las personas con cronotipo de “búho” son aquellas de hábitos nocturnos, que prefieren acostarse tarde y levantarse más tarde por la mañana. En contraste, los “alondras” son quienes pueden conciliar el sueño temprano y despertar animados en las primeras horas del día. Por último, los “colibrís2 representan un punto intermedio entre ambos extremos.
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Según los expertos, si una persona con cronotipo de “búho” se acuesta a las 21:00, es probable que experimente ansiedad y dificultades para conciliar el sueño, debido a que su reloj biológico interno no se encuentra alineado con ese horario.
No obstante, aunque los hábitos de sueño varían según el cronotipo, se recomienda establecer una rutina fija y razonable para descansar, ya que la calidad del sueño se ve afectada a medida que avanzan las horas de la noche. Los ciclos de sueño, que duran aproximadamente 90 minutos, se mantienen estables durante toda la noche.
Por ello, los especialistas aconsejan mantener un horario fijo para ir a la cama, incluso los fines de semana, ya que dormir más horas en los días libres no compensa el cansancio acumulado durante la semana. Es preferible mantener una rutina consistente y respetar el mismo horario de despertador, incluso los domingos.
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Además, el horario recomendado para ir a la cama también varía según la edad de la persona. Se sugiere que los niños se acuesten entre las 20:00 y las 21:00, los adolescentes entre las 21:00 y las 22:00, y los adultos entre las 22:00 y las 23:00.
Los expertos enfatizan la importancia de establecer una rutina de sueño equilibrada desde la adolescencia, manteniendo un horario fijo para ir a la cama y procurando dormir un total de ocho horas cada noche.
Fuente: La Nación.
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