Desvelan corrupción profunda en el Ministerio Público

En declaraciones recientes, el abogado penalista José Casañas Levi puso de manifiesto la profunda crisis que atraviesa el Ministerio Público, señalando la corrupción y la ineficiencia como las principales lacras de la institución. La llegada de Emiliano Rolón al cargo de fiscal general, aunque inicialmente recibida con optimismo, no logró concretar las expectativas de mejora sustancial en la entidad.

Desde su creación en 1992, el Ministerio Público experimentó un crecimiento significativo en términos de recursos humanos. Sin embargo, según Levi, este aumento no fue acompañado de una estrategia de desarrollo coherente, llevando a la institución a perder su dirección y convertirse en un ente fragmentado por criterios regionales. Esta situación dio lugar a que cada unidad opere bajo su propio conjunto de normas, desviándose del objetivo de uniformidad y cohesión establecido por la Ley Orgánica del Ministerio Público.

Levi enfatiza que, en su opinión, el Ministerio Público se encuentra en su peor momento histórico, plagado de actos de corrupción y flagrancias que socavan la confianza ciudadana. La ostentación de vehículos de lujo por parte de algunos fiscales es solo un ejemplo de la corrupción que impregna la institución, la cual, según Levi, se convirtió en una herramienta al servicio de intereses políticos y económicos.

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La esperanza depositada en el nuevo fiscal general se desvaneció ante la falta de acciones concretas y un plan de ejecución claro que enfrentara los desafíos estructurales y de corrupción de la institución. A pesar de las promesas de reforma y de luchar contra la mala gestión, los problemas fundamentales persisten, incluida la responsabilidad de la investigación recaída sobre los asistentes fiscales en lugar de los fiscales titulares.

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La ineficiencia se manifiesta en la incapacidad para presentar pruebas suficientes en juicio, lo que a menudo resulta en la absolución de los acusados. Este problema se agrava por el hecho de que muchos funcionarios del Ministerio Público carecen del conocimiento necesario para desempeñar sus funciones adecuadamente.

Levi concluye que es necesario un cambio radical en el enfoque y la gestión del Ministerio Público, instando a una toma de postura firme que ponga fin a la corrupción y restablezca la confianza en la institución. El llamado a la acción es claro: los fiscales deben asumir un papel más activo y directo en la investigación y la persecución de delitos, con el fin de reconstruir la integridad y la eficacia del Ministerio Público.

Fuente: El Observador.

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