En una jornada histórica y reivindicativa, miles de mujeres paraguayas se congregaron en la Plaza de la Democracia para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y alzar su voz contra las múltiples injusticias que enfrentan en el país. A través de un contundente manifiesto, denunciaron la violencia, discriminación y falta de políticas públicas efectivas que vulneran sus derechos fundamentales.
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Desde diversos sectores, como el campesinado, las mujeres exigieron una reforma agraria urgente y necesaria, así como el fin de la discriminación y violación al derecho del trabajo digno. Hicieron hincapié en la situación de grupos marginados, como mujeres con discapacidad, lesbianas y trans, quienes enfrentan aún mayores obstáculos para acceder a garantías laborales.
Las voces de las mujeres indígenas, campesinas y bañadenses se alzaron para denunciar la falta de elementos básicos que les permitan garantizar la alimentación de sus familias. Lamentaron que el programa de alimentación escolar solo alcance a una fracción de los niños y niñas, mientras los recursos públicos destinados a este fin son malversados y utilizados para el enriquecimiento particular de políticos.
La lucha contra la discriminación y el acoso laboral fue otro de los ejes centrales del manifiesto. Las mujeres exigieron el fin de estas prácticas nocivas y el cumplimiento del cupo laboral justo para personas trans y mujeres con discapacidad en la función pública. Asimismo, resaltaron la labor de las mujeres periodistas y demandaron justicia frente al acoso que enfrentan, especialmente en casos como el del grupo Alba Visión.
Las trabajadoras sexuales, invisibilizadas y estigmatizadas, denunciaron la violencia sistemática que sufren y la falta de atención médica integral. Exigieron al Estado la provisión de insumos de prevención para poder ejercer su trabajo con seguridad y dignidad.
Por su parte, las mujeres trans expusieron la cruda realidad que enfrentan al asumir su identidad, siendo muchas veces expulsadas de sus hogares durante la adolescencia. Repudiaron la exclusión y la falta de políticas públicas por parte del Estado paraguayo, que las condena a la marginación y la vulnerabilidad.
La población afroparaguaya también alzó su voz para denunciar la discriminación y el racismo que sufren, exigiendo políticas públicas efectivas que garanticen sus derechos y promuevan la inclusión.
Finalmente, las mujeres paraguayas denunciaron la criminalización de las protestas y la persecución que enfrentan las sindicalistas y estudiantes que luchan por sus derechos. A pesar de vivir en una supuesta democracia, estas valientes mujeres son silenciadas y reprimidas por exigir garantías fundamentales, como el derecho a la salud durante la pandemia.
El 8M en Paraguay se convirtió en un grito colectivo de miles de mujeres que, hartas de las injusticias y la inacción del Estado, exigen cambios profundos y políticas públicas efectivas que garanticen sus derechos y promuevan la igualdad. Es hora de que sus voces sean escuchadas y sus demandas atendidas, para construir un Paraguay más justo y equitativo para todas.
Fuente: ABC Color
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