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“Soy muy caradura”, afirma primera lideresa indígena

María Jacinta Pereira Hicret, del pueblo Sanapaná en el Chaco Paraguayo, se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de cacica en su comunidad. Enfrentando una sociedad machista y racista, lidera una comunidad multicultural.

María Jacinta Pereira Hicret, lideresa. Foto: UNFPA.

En el corazón del Chaco Paraguayo, el pueblo Sanapaná relató su origen a través de una cosmovisión que une a mujeres y hombres con la naturaleza circundante, como las palmas, los algarrobos, el caraguatá y el mistol. Esta ecorregión boscosa, caracterizada por dos estaciones extremas, la lluviosa y la seca, plantea desafíos constantes para la supervivencia de sus habitantes, quienes se aferran a sus tradiciones, cultura y costumbres ancestrales.

El Gran Chaco Americano, con una extensión de 1.066.000 km², constituye la mayor masa boscosa de Sudamérica después de la Amazonía, abarcando territorios de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. A pesar de su riqueza ambiental y social, la región enfrenta rezagos significativos en indicadores económicos y sociales en comparación con los promedios regionales y nacionales.

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El pueblo Sanapaná, perteneciente a la familia lingüística Maskoy, cuenta con una población de 3.470 habitantes según el IV Censo Nacional de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas 2022. En este contexto, María Jacinta Pereira Hicret (51 años) se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de cacica en la comunidad urbana indígena Redención o Yelshuacettema, ubicada en el departamento de Concepción.

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Jacinta, como se la conoce en Paraguay, fue elegida en 2008 para liderar su comunidad multicultural, integrada por unas 200 familias de 7 pueblos diferentes. “Soy una persona muy caradura, che rova’atâ”, afirma en guaraní, destacando su persistencia y sentimiento de protección hacia su comunidad. Su participación en el primer encuentro nacional de líderes indígenas, siendo la única mujer entre tantos varones, le demostró que una mujer puede llevar la posta y luchar por la atención a la salud, educación y justicia.

La vida en el Chaco Paraguayo conlleva enormes esfuerzos, enfrentando épocas de sequía y lluvias intensas que impactan negativamente en la agricultura y ganadería comunitarias, principales actividades de los sanapanás. Las mujeres también se dedican a la alfarería y elaboración de artesanías, cuya comercialización se ve dificultada por la falta de rutas de acceso a las comunidades.

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Jacinta, con mucho esfuerzo, logró culminar la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Concepción y se desempeña como perito indígena. Sin embargo, reconoce que muchos derechos de las mujeres indígenas aún no son garantizados, como el respeto, la dignidad y la protección frente a la violencia. “Son atacadas, violentadas, discriminadas y criticadas de manera prejuiciosa”, comenta, remarcando la necesidad de seguir avanzando en estos temas.

Un mito del pueblo Sanapaná habla de la mujer tigre, Ke-ok, quien convivió con los tigres hasta convertirse en uno de ellos. Al igual que esta osada mujer, Jacinta demostró su fortaleza y logró triunfar en un mundo masculino, asumiendo la responsabilidad de liderar a su pueblo hacia un futuro mejor. Su lucha por los derechos de las mujeres indígenas y el desarrollo de su comunidad es un testimonio de resistencia y esperanza en medio de los desafíos que enfrentan los pueblos originarios del Chaco Paraguayo.

Fuente: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).