El cuidado del cerebro desde la gestación, la crianza segura, los hábitos saludables y el propósito vital son claves.
La salud mental se ha convertido en uno de los temas principales en la sociedad. Con los centros asistenciales públicos mayoritariamente colapsados, quizás sea provechoso recordar los factores protectores ante trastornos mentales.
Unite a nuestro canal de WhatsApp
Apostar por la prevención complementa invertir en una red asistencial de calidad para los más vulnerables. Lo primero es entender que nuestra compleja mente es propiedad de nuestro cerebro. Maltratarlo es negativo: los golpes infantiles o el consumo temprano de tóxicos asocian ansiedad, depresión y psicosis.
Otros factores protectores o de riesgo surgen antes de nacer: la nutrición materna, evitar infecciones y consumo de sustancias durante el embarazo. Pero el apego seguro entre progenitores y bebés es esencial.
Los abusos infantiles elevan el riesgo de suicidio, adicciones o psicosis. Debemos alargar los permisos de maternidad/paternidad y proteger más a los niños.
Nota relacionada: Pesadilla en el Hospital Psiquiátrico: Denuncias de abuso y violencia
El acoso escolar y la adversidad social son factores de riesgo. Sus opuestos, la inclusión y las políticas sociales equitativas, protegen. Tener trabajo, casa y salario dignos es fundamental, pero la salud mental no depende solo de lo social: en sociedades como las nórdicas, con magnífico Estado de bienestar, las tasas de suicidio triplican a otras como Madrid.
Es clave desarrollar en los jóvenes autoeficacia, tolerancia a la frustración y un propósito vital. Los estudios muestran que la resiliencia, indispensable para afrontar crisis, surge del sentido de pertenencia a un grupo social y de la capacidad percibida de provocar cambios.
Debemos ser resilientes ante la actual crisis de salud mental. Su prevención no solo es posible, sino quizá más efectiva que tratar la patología establecida.
Fuente: Guillermo Lahera/El País
Esta web usa cookies.