Si bien Itaipú garantiza actualmente el 88% del consumo eléctrico paraguayo, en los casi 40 años desde que la represa binacional inició su generación, nuestro país solo pudo usufructuar el 9,1% del total producido hasta la fecha, equivalente a 272.937 GWh de los 2.992.386 GWh acumulados totales, cediéndole al Brasil el 90,9% restante de ese extraordinario caudal energético según cifras extraoficiales.
Esos porcentajes dan cuenta de la enorme asimetría en favor del vecino país respecto al aprovechamiento de la monumental obra hidroeléctrica compartida, considerando que Paraguay es copropietario por partes iguales tanto de la energía como de todo el complejo de Itaipú.
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Basta señalar que de la mitad paraguaya, establecida por el Tratado constitutivo en 1.496.193 GWh hasta enero de 2024, nuestro sistema interconectado consumió apenas el 18,2%, debiendo ceder el restante 81,8%, equivalente a más de 1.200.000 GWh, a las redes brasileñas.
Esos datos echan por tierra la versión parcial de que Itaipú cubre actualmente el 88% de la demanda local, ocultando que en valores absolutos históricos los beneficios han sido abrumadoramente desiguales para el país que más ha resignado el aprovechamiento efectivo de su 50% de lo producido desde mayo de 1984.
Por el contrario, esos excedentes cedidos a precios irrisorios han sido una formidable palanca para el desarrollo industrial y económico del vecino país, que ostenta un consumo 137 veces mayor al de Paraguay, permitiéndole un mayor margen de maniobra y presión en las relaciones bilaterales.
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De allí la importancia medular para nuestro interés nacional de revisar las condiciones del Anexo C sobre comercialización de energía de cara al próximo centenario de la firma del tratado fundacional de la represa en 2023, para resarcir en lo posible ese histórico desbalance en contra del Estado paraguayo.
Fuente: ABC Color.
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