En el marco de la salud nutricional, un tema que cobró especial relevancia es el tratamiento y la prevención de la anemia, una condición que afecta a una parte significativa de la población y que se caracteriza principalmente por la deficiencia de folato, una variante de la vitamina B.
Esta afección puede manifestarse de diversas maneras, desde una fatiga persistente hasta dolores de cabeza recurrentes. Sin embargo, más allá del tratamiento médico, se demostró que una dieta equilibrada, rica en ciertos alimentos, puede jugar un papel crucial en su combate.
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Estudios nutricionales evidenciaron que es posible alcanzar las cantidades necesarias de folatos para el organismo a través de una alimentación variada. Alimentos como el hígado, espárragos, repollitos de Bruselas y verduras de hojas verdes oscuras como la espinaca o la rúcula, así como las naranjas y los frutos secos, son fuentes excelentes de este nutriente esencial.
En algunos casos, además de estos alimentos, se recomienda la inclusión de suplementos vitamínicos que contienen ácido fólico u otros nutrientes del complejo B, no limitándose únicamente a los folatos. Cabe destacar que estas recomendaciones deben ser siempre supervisadas por un profesional de la salud.
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Resulta importante mencionar que, aunque una dieta variada suele ser suficiente para cumplir con las dosis recomendadas de folato, ciertos grupos, como las mujeres adolescentes y jóvenes, pueden ser más susceptibles a sufrir deficiencias de este nutriente. Lo mismo aplica a personas con trastornos que afectan la absorción de nutrientes, como la celiaquía, resaltando la importancia de los controles médicos regulares.
La anemia puede manifestarse a través de varios signos, entre ellos, debilidad general, fatiga, problemas de concentración, irritabilidad, cefaleas frecuentes, palpitaciones y, en casos más severos, dificultad para respirar. Además, puede provocar cambios en la apariencia de la piel, el cabello y las uñas.
Fuente: La Nación.