En el último informe de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, Paraguay aparece entre los países más dominados por las mafias, a pesar de los operativos del Ejecutivo y el discurso triunfalista del presidente Peña.
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El estudio ubica a la nación guaraní en el cuarto puesto en criminalidad a nivel mundial, solo superado por Myanmar, Colombia y México. En Sudamérica, es el tercer país más violento, detrás de Colombia y Brasil.
En materia de tráfico de armas, el país ocupa el primer lugar junto con Jamaica, por encima de Brasil y México, abasteciendo la mitad de las pistolas que utilizan las bandas criminales en la región.
Respecto al contrabando de mercancías falsificadas, el informe vuelve a situar a Paraguay a la cabeza, compartiendo el primer puesto con Perú. Ciudad del Este se consolida como centro neurálgico de este ilícito comercio que implica ropa, calzado, relojes, electrodomésticos y perfumes falsificados.
La Triple Frontera es retratada como un activo corredor para el tráfico que financia otras actividades delictivas. “Paraguay ocupa el puesto más alto de las Américas para este mercado ilegal”, reza el informe.
Pero quizá el dato más alarmante sea el que señala la elevada infiltración del crimen organizado en la sociedad y el Estado paraguayos, ubicándolo también en el primer lugar junto a Venezuela y Nicaragua. Esto, advierte el estudio, limita o directamente obstaculiza las estrategias internacionales contra el narcotráfico y las mafias.
El informe dedica un apartado al Primer Comando Capital (PCC) brasileño, cuya influencia en el país vecino es enorme, dominando el negocio de drogas y armas.
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El accionar del grupo ha desatado una ola de violencia en Paraguay, atacando al Estado, empresas privadas y otras bandas. Su presencia se extiende por todo el territorio y opera en la frontera, conectándose con redes internacionales, constituyendo una amenaza para toda la región.
El homicidio del fiscal Pecci el año pasado, perpetrado por sicarios en Colombia, evidencia la impunidad de los criminales en la zona, minando la confianza ciudadana.
El gobierno de Peña enfrenta múltiples frentes vinculados al crimen organizado, opacados frecuentemente por escándalos de nepotismo y corrupción, y denuncias sobre lazos de sus funcionarios con mafias.
La lucha es ardua en una nación dominada por las sombras.
Fuente: LPO