La saga de los certificados académicos del senador Hernán Rivas, lejos de aclararse, se complica cada vez más. Recientemente, un tercer certificado emitido por la Universidad Sudamericana ha arrojado nuevas sombras de duda sobre la validez de su título de abogado, complicando aún más la situación del legislador.
Desde el principio, este caso se presentó enredado en un laberinto de documentos y declaraciones contradictorias. El primer certificado, revelado por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), indicaba que la tesis de Rivas era sobre “Robo Agravado”, un tema completamente diferente al que él había declarado públicamente, “Reelección Presidencial”. Esta discrepancia inicial desató una serie de cuestionamientos sobre la autenticidad de su título.
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Para tratar de enmendar la situación, se presentó un segundo certificado, el cual, según la Universidad Sudamericana, contenía la “misma información” que el documento original de 2018. Sin embargo, este intento de clarificación solo añadió más confusión al asunto.
El tercer certificado, que supuestamente debía ser una “copia fiel” del de 2018, presenta diferencias significativas con respecto a los anteriores. Los códigos de actas en un semestre no coinciden, y la carga horaria reportada varía notablemente. Por ejemplo, mientras que en un certificado se indican 4.410 horas de estudio, en otro solo aparecen 4.320, una discrepancia que no pasa desapercibida.
Estas inconsistencias no solo plantean serias dudas sobre la credibilidad académica del senador Rivas, sino que también ponen en tela de juicio la integridad de la Universidad Sudamericana.
La institución, en un intento por desvincularse del escándalo, ha atribuido las diferencias a una “administración anterior”, pero esta explicación parece insuficiente ante la magnitud de las contradicciones.
El caso de Hernán Rivas trasciende la esfera personal y se convierte en un símbolo de los desafíos que enfrenta el sistema educativo y político en términos de transparencia y credibilidad.
El senador, que ocupó un rol importante en el órgano encargado de juzgar a jueces y fiscales, ahora se encuentra en el ojo del huracán, con su reputación y carrera política pendiendo de un hilo.
Fuente: ABC Color
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