Las recientes lluvias en gran parte del Chaco han traído un alivio momentáneo a las comunidades que llevan ocho meses sufriendo una sequía intensa. Sin embargo, este alivio ha resultado insuficiente para mitigar los efectos acumulados de la falta de agua.
Cristóbal Acosta, párroco de Irala Fernández, explica que aunque las precipitaciones han sido recibidas con alegría, no han cubierto las necesidades de todas las comunidades. “Nos sentimos muy contentos por la lluvia en gran parte del Chaco, pero hay comunidades donde no llovió o cayó muy poca agua, que es prácticamente sólo para apagar el polvo”, señala.
La importancia del agua en la Región Occidental es vital, ya que no cuentan con agua corriente. Las comunidades dependen exclusivamente de la lluvia para todo: desde el consumo doméstico hasta la agricultura de subsistencia. “Las comunidades donde cayó mayor cantidad de agua ya podrán cultivar para el autoconsumo, que es fundamental para las familias que dependen de la lluvia”, añade Acosta.
Existen familias que viven en zonas alejadas o muy solitarias, sin acceso a agua potable, y dependen únicamente de los tajamares, pequeños embalses de agua de lluvia. Estas familias continúan sufriendo a pesar de las recientes lluvias, ya que el agua acumulada no es suficiente para cubrir sus necesidades.
Entre las comunidades más afectadas por la sequía se encuentran la Comunidad Pirizal y diversas comunidades indígenas, las cuales están entre las más alejadas de la Ruta Transchaco. Según el párroco chaqueño, estas zonas requieren de un suministro constante de agua potable para poder sobrevivir.
La sequía de ocho meses en el Chaco es otro de los tantos factores de vulnerabilidad a la que estas comunidades están expuestas. Es evidente la urgente necesidad de implementar medidas sostenibles y a largo plazo para garantizar el acceso al agua.
Fuente: ABC Color.
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