La historia de la humanidad está repleta de enigmas y ninguna civilización nos asombra tanto como la de los antiguos egipcios. Entre pirámides y jeroglíficos, un nuevo estudio publicado recientemente viene a desafiar lo que pensábamos conocer sobre la emblemática Esfinge de Giza, esa majestuosa guardiana de piedra que se recorta contra el horizonte del desierto.
Por décadas, se creyó que la habilidosa mano del antiguo egipcio dio vida a la Esfinge, tallando su imponente figura en la roca viva. Sin embargo, el nuevo estudio de la revista Physical Review Fluids propone una teoría que podría revolucionar nuestra comprensión de sus orígenes: la naturaleza podría haber esculpido la figura básica de la Esfinge, gracias a la implacable erosión del viento, mucho antes de que los humanos le añadieran los últimos retoques.
¿Pero cómo llegaron a esta provocativa conclusión? Mediante experimentos en laboratorio, los científicos de la Universidad de Nueva York replicaron las fuerzas erosivas naturales, modelando montículos de arcilla en formas que recuerdan a la esfinge. Lo asombroso fue ver cómo la “cabeza” de león y el “cuerpo” emergían naturalmente bajo las condiciones simuladas.
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Este descubrimiento abre la puerta a una nueva narrativa en la que los antiguos egipcios podrían haberse inspirado en estas formas naturales para sus esculturas, en lugar de crearlas desde cero. ¿No es fascinante pensar que los antiguos pudieron haber colaborado con la naturaleza, en vez de imponerse sobre ella?
No obstante, los egiptólogos se mantienen cautelosos. A pesar de que el hallazgo sugiere que la forma básica de la Esfinge podría haber sido esculpida por la erosión, no se puede ignorar el meticuloso trabajo humano necesario para tallar los rasgos faciales y los detalles finales que la caracterizan.
En conversación con expertos, se nos recuerda que, aunque los yardangs —formaciones rocosas moldeadas por el viento— existen y pueden adquirir formas parecidas a seres recostados o sentados, no hay evidencia concluyente de que uno de estos precediera a la Esfinge de Giza.
A pesar de las discrepancias y el escepticismo, la relevancia de este estudio no se limita a la historia o la arqueología, sino que también posee implicaciones geológicas significativas. El descubrimiento de que la erosión puede jugar un papel tan creativo en la formación de las rocas desafía la manera en que entendemos los procesos naturales y su interacción con los elementos más resistentes.
Fuente: El Nacional.
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