La reciente designación de Lea Giménez como superministra por el presidente Santiago Peña ha sacudido el panorama político paraguayo. Esta decisión ha generado tensiones dentro del cartismo y el peñismo, especialmente en relación con el vicepresidente Pedro Alliana.
El decreto que otorga a Giménez un poder sin precedentes ha sido interpretado por algunos legisladores del cartismo como una medida que recorta las atribuciones del vicepresidente. Este cambio en el organigrama de Peña se produce después de varias maniobras políticas atribuidas a Alliana que han afectado recientemente a la presidencia.
El Ejecutivo, dentro de sus prerrogativas, ha otorgado a Giménez, considerada la sombra de Peña en el poder, un mayor control dentro del manejo de la presidencia.
Esta decisión ha causado preocupación entre los oficialistas, ya que para la dirigencia colorada, el acceso a Giménez es prácticamente nulo, a diferencia de Alliana, quien actúa como nexo con el Legislativo debido a la atribución que le otorga la Constitución Nacional.
Hasta ahora, las acciones políticas del Gobierno estaban confiadas a Alliana, pero en muy poco tiempo estallaron crisis, como el fallido aumento para los parlamentarios, el caso Rivas y la propia finca 916, que salpicó al cartismo y molestó al presidente, llevándolo a tomar la decisión de reimpulsar la figura de Giménez.
Con el Decreto 639, que establece una nueva estructura del Gabinete Civil, quedan bajo la supervisión de Giménez la Asesoría Jurídica de la Presidencia, la asesoría política, la Secretaría privada, la Dirección de Administración y Finanzas, y la Oficina de la Primera Dama. Giménez incluso puede suscribir convenios de cooperación con instituciones públicas u organizaciones internacionales.
Esta decisión también refuerza la idea de que se está proyectando un incipiente peñismo, reimpulsando a actores de confianza de Peña y sacando de en medio a figuras como Alliana y Alderete, que son piezas más afines al presidente de la ANR, Horacio Cartes.
Peña asegura que los pedidos de la dirigencia no le estarán zumbando directamente al oído y distrayéndolo de la acción de gobierno. Todo lo contrario, significa la relación Peña-Alliana, sacando el hecho de que al interior del partido se maneja que el segundo podría esperar un tropezón del presidente para pretender el sillón presidencial.
Es que dejando de lado este periodo, Alliana ya apunta al siguiente 2028-2033 y por eso necesita consolidar su imagen ante las bases. Esta medida que surge desde Mburuvicha Róga, de que Alliana trabaje bajo la sombra de Giménez, hará más difícil que el vicepresidente conecte con las bases.
Fuente: Última Hora
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