En el penal de Tacumbú, la tranquilidad es engañosa. No se debe a la eficaz administración del sistema penitenciario, sino a la presencia intimidante del Clan Rotela, una organización criminal que ha usurpado el control dentro de las paredes de la prisión.
Los “Linces”, miembros armados del Clan Rotela, patrullan el patio y supervisan las visitas. Con su presencia constante, mantienen un ‘orden’ que no debería existir en una institución estatal. Aseguran que todo esté ‘tranquilo’, pero la tranquilidad es simplemente una fachada para un control estratégico y aterrador.
El jueves es día de visitas en el penal de Tacumbú. En una población carcelaria de 2.700 internos, apenas una docena de guardiacárceles ingresan para mantener supuestamente el control.
El resto de los funcionarios penitenciarios, temerosos y preocupados, permanecen fuera del penal, exigiendo garantías para su seguridad.
«Uno de nuestros compañeros se fue al hospital esta mañana, se descompensó, estuvo toda esta mañana internado. No está bien la situación y los compañeros están empezando a descomponerse», Cristina Alarcón, Guardiacarcel#UNOParaTodos | #650AM
— Radio Uno 650 AM (@UNO650AM) October 26, 2023
La situación se ha vuelto tan crítica que incluso el ingreso de los guardias al penal debe ser aprobado por el Clan Rotela. Esta afirmación proviene de un representante sindical de los trabajadores penitenciarios, actualmente en huelga.
Según él, si un guardia no es del agrado del Clan, simplemente no puede entrar al penal. Es una realidad escalofriante que pone de manifiesto la erosión de la autoridad estatal dentro de sus propias instituciones.
Los guardias, intimidados y silenciados, apenas hablan. Cuando lo hacen, se cuidan de mencionar al Clan Rotela, temiendo represalias. La organización criminal tiene pistoleros tanto dentro como fuera del reclusorio, creando un ambiente de miedo y tensión que se cierne sobre todo el penal.
Fuente: ABC Color