Hace más de medio millón de años, en Atapuerca, Benjamina, una niña con una condición rara, fue cuidada y protegida por su comunidad.
Esta increíble muestra de empatía y solidaridad nos deja claro que, como humanos, siempre hemos tenido la capacidad y la necesidad de cuidarnos mutuamente. ¿Por qué, entonces, olvidamos esta esencia cuando se trata del mundo laboral?
Entramos en las oficinas, nos sentamos en nuestros escritorios, y de repente, pareciera que la empatía se va por la ventana. Pero el cuidado mutuo no es solo un acto de bondad, es vital para nuestro bienestar mental.
Nos enfrentamos diariamente a estrés, presión y expectativas, todos factores que pueden desencadenar problemas de salud mental. Sin embargo, si nos respaldamos unos a otros, igual que se cuidó a Benjamina, podemos construir ambientes laborales más sanos y productivos.
La neurociencia demostró que estamos cableados para reaccionar ante amenazas, reales o imaginadas. Esta respuesta nos sirvió en el pasado para sobrevivir, pero hoy, en el mundo empresarial, se traduce en ansiedad y estrés. Para contrarrestar esto, es esencial que apliquemos técnicas de autocuidado, como el simple acto de parar, respirar y reenfocarnos.
Además, es crucial encontrar nuestro “ikigai”, esa razón japonesa que define el propósito de nuestra vida y trabajo. Al identificarlo, no solo encontramos significado en nuestras tareas diarias, sino también un sentido de pertenencia y un horizonte claro.
Pero, ¿cuál es el papel de las empresas en todo esto? Aunque no son las responsables directas del bienestar de sus empleados, sí tienen la obligación moral de crear ambientes propicios para su salud mental. Ofrecer herramientas, técnicas y espacios para la reflexión y el autocuidado es esencial para retener talento y construir equipos sólidos y comprometidos.
Imaginá un mundo laboral donde nos apoyamos mutuamente, donde el bienestar mental es una prioridad, y donde el respeto y la empatía son la norma, no la excepción. Un mundo donde recordamos que, al igual que cuidaron de Benjamina hace 530.000 años, es nuestro deber cuidarnos unos a otros.
Como bien señalaba el Dalai Lama, la gratitud y el aprecio por los demás son la base de todas las cosas buenas. Así que, mientras avanzamos en este viaje laboral, recordemos nuestra historia, recordemos a Benjamina y asegurémonos de que cada día, en nuestras oficinas y lugares de trabajo, estemos creando un ambiente que refleje esa esencia humana de cuidado y solidaridad. ¡El bienestar laboral es nuestro legado, mantengámoslo vivo!
Fuente: Infonegocios.