En medio del desgarro y la tristeza que no encuentra palabras, los padres de Elías, el niño de 12 años que perdió la vida a causa de una picadura de alacrán, decidieron transformar su dolor en esperanza. Con un gesto de amor inmenso, optaron por donar los órganos de su pequeño.
El pasado 8 de octubre, Elías era un niño lleno de vida y alegría que se preparaba para disfrutar de una tarde de fútbol con su padre. Un alacrán oculto en su calzado cambió el rumbo de esa historia. A pesar de los esfuerzos médicos y la aplicación oportuna de un antídoto, el veneno del arácnido provocó un edema cerebral en el pequeño.
Trasladado al Hospital Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”, su estado de salud se fue deteriorando hasta que finalmente, tras varias jornadas de angustiosa lucha, los médicos confirmaron la muerte cerebral de Elías.
En medio del dolor más profundo, sus padres tomaron una decisión que refleja su grandeza: donar los órganos de su hijo. Un acto de amor y solidaridad que, aunque no mitiga su dolor, brinda la posibilidad de vida a otras personas que esperan un trasplante.
“La familia tuvo el gran gesto solidario de decir que sí a la donación de órganos, convirtiendo este momento de tristeza en esperanza de vida para pacientes en lista de espera de trasplante”, destacó la cartera sanitaria en un comunicado.
Este es el legado de Elías: un gesto de amor que va más allá de la vida, que transforma la tragedia en esperanza y que nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la solidaridad y el amor al prójimo pueden iluminar el camino.
La historia de Elías y su familia es un llamado a la reflexión sobre la importancia de la donación de órganos. En Paraguay, muchas personas esperan un trasplante que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. La donación de órganos es un acto de amor que puede cambiar vidas, tal como Elías cambió la de aquellos que recibirán sus órganos.
Fuentes: Trece/ El Nacional.
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