Chaco paraguayo: Sed incesante y promesas evaporadas

El Chaco paraguayo atraviesa una crisis de agua sin precedentes. A pesar de las promesas del gobierno, la realidad es que la comunidad padece una sed incesante y promesas evaporadas.

“No funcionan la desalinizadora, el acueducto y el agua que nos mandan no da abasto”, sostiene con pesar el sacerdote Cristóbal Acosta, párroco de la zona de Irala Fernández, quien lleva nueve años viviendo en el mencionado lugar.

La falta de agua no solo se traduce en sed física, sino también en un impacto directo en la salud y el bienestar de los más vulnerables: los niños. Pero ellos no son los únicos afectados. Los pequeños productores, especialmente del sector lácteo, ven mermada su producción y su economía.

“Económicamente les afecta, porque son pequeños productores que entregan leche y en vez de entregar 100 ó 200 litros están entregando 50 litros”, detalla el párroco.

 

La sequía tampoco da tregua. El panorama es desolador: no se pronostica lluvia hasta finales de octubre. Y mientras la naturaleza parece darle la espalda al Chaco, el gobierno parece hacer lo mismo.

“Hay un montón de plata enterrada. Muchos de los proyectos en las comunidades no funcionan”, denuncia Acosta.

El religioso recuerda un gesto del Gobierno: el envío de un contingente de agua. Pero fue una acción aislada y, para colmo, insuficiente. “Ni siquiera dio abasto”, lamenta.

La falta de agua ha obligado a tomar medidas drásticas, como finalizar el año lectivo un mes antes en la Escuela San José Obrero. “Sólo un mes más podemos aguantar”, comenta el párroco.

Finalmente, Acosta señala que los pobladores que cuentan con animales deben racionar el agua. Una situación que evidencia la gravedad del problema y la aparente falta de interés gubernamental para solucionarlo de raíz.

 

Fuente: ABC Color

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