En las profundidades de la historia paraguaya, se oculta un relato que entrelaza la política, la cultura y las relaciones internacionales, revelando los inicios del narcotráfico en el país. Este artículo, basado el trabajo investigativo del sociólogo Carlos Aníbal Peris Castiglioni publicado por el medio El Nacional, que será incluido en el Anuario 2023 de la Academia Paraguaya de la Historia, busca explorar y entender cómo Paraguay se convirtió en un actor clave en el tráfico de estupefacientes, especialmente de cannabis, a nivel mundial.
En la década de 1950, Paraguay se encontraba en la cúspide de un problema que, con el tiempo, se convertiría en una crisis nacional e internacional: el narcotráfico. Este fenómeno, que ha sido objeto de numerosos estudios y análisis, se ha entrelazado profundamente con la historia y política del país, afectando no solo a la nación en sí, sino también a la región y al mundo.
El narcotráfico en Paraguay ha sido un tema de constante interés y preocupación tanto a nivel nacional como internacional. En abril de 2023, Insight Crime, un portal de investigación periodística, catalogó al país como un actor clave en el tráfico de estupefacientes, siendo uno de los principales generadores de cannabis a nivel global. A pesar de los esfuerzos y herramientas de vigilancia implementadas por la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), el país no ha logrado reducir su relación con el negocio de drogas ilegales.
La historia del narcotráfico en Paraguay se remonta a finales de los años 50 y comienzos de los 60, un periodo en el cual se consolidaron dramas sociales y de violencia ocasionados por la marihuana. La planta, que tuvo su origen en Asia Central y del Sur, fue introducida en el continente americano a través del movimiento de esclavos durante la época colonial, cuando llegaron los primeros flujos de población africana en el siglo XVI. Su uso era una parte esencial de la cultura africana, siendo empleada tanto en rituales como en actividades económicas y medicinales.
A pesar de que la marihuana no era una vegetación autóctona del continente americano, su introducción en el territorio se produjo a través del movimiento de esclavos durante la época colonial, cuando llegaron los primeros flujos de población africana en el siglo XVI. Dicha dinámica, en otras y alternas dimensiones, también afectó a lo que hoy es Argentina, Uruguay y Paraguay. En aquel entonces, se la denominaba “pango”, “diamba” o “maconha”, nombres derivados de anagramas o de los idiomas Ambundu y Kimbundu de Angola y del Congo.
Las primeras medidas normativas contra la marihuana se basaron en políticas restrictivas, principalmente en los Estados Unidos, debido a los sentimientos racistas de la sociedad blanca y a la prensa amarillista que no esperó para crear rumores acerca de los efectos peligrosos de la hierba. Así, en 1906, se registraron las incipientes limitaciones a la venta en el Distrito de Columbia.
El primer documento diplomático con capacidad para obligar a los Estados fue la Convención Internacional del Opio, emitido en La Haya en 1912. Paraguay suscribió este texto bajo decreto, que llevaba la firma del presidente Eduardo Schaerer y del canciller Eusebio Ayala. Dicho tratado, además de regular el comercio internacional de drogas, tenía como objetivo instar a los países a realizar reformas en sus leyes para ejercer un mayor control sobre el acceso a una lista de sustancias que iba en aumento.
La presión, no obstante, continuaba en aumento. El rumor de que el consumo de marihuana causaba enfermedades mentales y promovía crímenes fue creciendo, lo que llevó a asociar su consumo con la violencia de la época y a considerarla una droga perniciosa. El resultado de esto, primordialmente, fue que comenzaron a surgir más leyes e iniciativas, locales e internacionales, en contra de su uso. Argentina la limitó en 1919 y, posteriormente, al ilegalizarse el cannabis en la Convención Internacional del Opio acordada en Ginebra (Suiza), en 1925, otros países importantes en el continente, como México y Brasil, adoptaron las mismas medidas, 1931 y 1938, respectivamente.
A pesar de la trama recién descrita, Paraguay se mantuvo al margen de la problemática de la marihuana durante mucho tiempo. Al no estar tipificada en los términos de algo prohibido, su uso y concepción, en gran medida, aún se correspondían a los de una planta más, de perspectiva normal, como fuera vista en épocas coloniales. No fue hasta la década de 1970 que se la consideró ilegal, a través de las leyes 338 y 339 de 1971 y, más específicamente, la 357 de 1972, “Que reprime el tráfico ilícito de estupefacientes y drogas peligrosas y otros delitos afines”. En ese momento, el cannabis pasó a formar parte, oficialmente, del esquema del narcotráfico internacional con repercusiones en el país.
Este análisis, basado en una metodología de análisis documental y apoyado por diversas fuentes bibliográficas y documentales, busca arrojar luz sobre los orígenes y la evolución del narcotráfico en Paraguay, un problema que ha afectado y sigue afectando a la sociedad y política paraguaya, y que requiere de una atención y acción decidida y coordinada a nivel nacional e internacional.
Fuente: El Nacional.
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