¡Hijos únicos al descubierto! La ciencia desmiente los prejuicios

Egoístas, mandones, torpes socialmente, celosos… Esta es la fama que precede a los hijos únicos. Sin embargo, numerosos estudios científicos están comenzando a desafiar estos prejuicios arraigados en nuestra sociedad.

“La evidencia, en general, no apoya la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen una especie de déficit en sus habilidades sociales, comparados con los niños que crecen con hermanos”, afirma Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres.

Según la investigadora, los hijos únicos son “comparables en términos de personalidad, relación con sus padres, logros, motivaciones y adaptación personal con niños que tienen hermanos”.

Un estudio llevado a cabo por Goisis y sus colegas revela que son otros los factores de mayor peso que influyen en el desarrollo de los niños, como, por ejemplo, la situación socioeconómica de la familia o los recursos emocionales de los que disponen los padres.

Esta investigación demuestra que las discrepancias que se observan en algunos estudios no se deben al hecho de ser hijo único per sé, sino al contexto en el que estos crecen. Por lo tanto, la importancia del entorno y la variedad entre los hijos únicos hacen que esta no pueda considerarse como una categoría en sí misma.

A pesar de que el impacto en términos cognitivos o de sociabilidad puede no ser significativo, y se debe en mayor medida al contexto en el que crece ese niño, esto no significa que no podamos observar diferencias. De hecho, cada posición dentro de la familia tiene sus ventajas y desventajas.

Por ejemplo, los hijos únicos suelen destacar en el ámbito lingüístico gracias a la interacción constante con los adultos. Además, son muy buenos organizando y empleando su tiempo libre, ya que al no tener hermanos, tienen que decidir qué hacer con él.

Sin embargo, ser hijo único no está exento de desafíos. Investigaciones sugieren que los hermanos pueden tener un efecto protector en situaciones de tensiones familiares, diluyendo el impacto de estos estresores. En tales casos, la psicóloga Adriean Mancillas enfatiza la importancia de buscar apoyo más allá de los padres, como amigos cercanos o parientes.

Los hijos únicos pueden carecer de “inteligencia callejera”, una habilidad intuitiva y práctica para prever las acciones de los demás, generalmente adquirida al convivir con personas de edad similar. Además, pueden sentirse incómodos en situaciones caóticas debido a que pasan mucho tiempo solos o con adultos.

Estos estereotipos negativos sobre los hijos únicos se remontan a finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando el campo de la psicología infantil estaba en su infancia.

Pioneros como G. Stanley Hall y Eugene Bohannon contribuyeron a estos estereotipos, describiendo a los hijos únicos como altamente sensibles, menos arriesgados, precoces y desconsiderados. Alfred Adler, famoso psicólogo austriaco, perpetuó estas visiones negativas, argumentando que los hijos únicos eran mimados y psicológicamente dañados.

A pesar de la persistencia de estos estereotipos, las actitudes están cambiando debido a las transformaciones en la dinámica familiar. Blair señala que en el Reino Unido, por ejemplo, el 40% de las familias tienen un solo hijo, y se espera que esta cifra aumente al 50% para 2030.

Para desafiar y cambiar estos prejuicios, Mancillas insiste en la necesidad de proporcionar información precisa y realizar más investigaciones sobre los hijos únicos.

Fuente: BBC

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