Foto: Fernando Romero/ ÚH
El reciente lanzamiento de las memorias de Conrado Pappalardo ha generado múltiples reacciones en el ámbito político y social de Paraguay.
Mientras algunos ven en él un intento de transparentar acontecimientos clave, otros perciben un esfuerzo de blanquear y reescribir una historia plagada de zonas grises.
A pesar de tocar temas polémicos como el caso Letelier, queda la sensación de que Pappalardo omite detalles esenciales. La vuelta de exiliados y las conversaciones con líderes de la oposición son narrados, pero ¿qué hay de las sombras que rodean su propia figura durante esos años?
Uno de los capítulos más intrigantes es el que aborda el golpe de febrero de 1989. Pappalardo insiste en su no participación, pero es llamado inmediatamente después por Rodríguez. Esta serie de acontecimientos abre interrogantes sobre su papel real en este episodio crucial de la historia paraguaya.
Figuras como Daniel Nasta y el hijo, Jorge Pappalardo Bedoya destacan aspectos personales del autor, como su generosidad y amor por Paraguay. Sin embargo, no se puede obviar que las memorias, más allá de ser un recuerdo personal, también tienen un fuerte componente político.
El acto de presentación fue un reflejo de la polarización que genera Pappalardo: concurrido por diversas figuras, desde empresarios y diplomáticos hasta familiares. La pregunta que queda en el aire es si estas memorias buscan ser un ejercicio de honestidad y transparencia o si, por el contrario, intentan reescribir la historia a favor de un legado cuestionable. Es tarea de la sociedad paraguaya, y en especial de sus historiadores y periodistas, abordar estos textos con el debido escepticismo y rigor.
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