Gustavo Velázquez, su sobrino y un amigo, viajaban en su automóvil, los tres se dirigían a una cita con una joven que habían conocido a través de redes sociales. Fue en ese trayecto que dos vehículos los interceptaron. La sorpresa fue aún mayor al descubrir que quienes los detenían eran agentes policiales, aunque en ese momento vestían de civil.
El shock inicial llevó a los tres hombres a pensar que estaban siendo víctimas de un asalto. Sin embargo, la confusión se disipó cuando uno de los agentes se identificó como policía. Sin mayores explicaciones, fueron trasladados a la Comisaría 23 del barrio Carmelitas.
Lo que siguió en la comisaría fue una serie de eventos desafortunados. Según las víctimas, enfrentaron humillaciones y amenazas de diversa índole. En el epicentro de estas amenazas estuvo el sobrino de Gustavo Velázquez.
Pero el objetivo final de los uniformados era claro: exigían G. 10 millones bajo el pretexto de no inculparlos en actividades relacionadas con la venta de drogas.
Tras conseguir parte del dinero solicitado, gracias a la ayuda de sus familiares, los tres hombres fueron liberados en las primeras horas de la madrugada del domingo.
Pese a la liberación de los tres hombres, la indignación prevaleció, llevando a uno de ellos a presentar una denuncia formal ante el Ministerio Público.
Tras conocerse la denuncia, la Dirección de Policía Departamental, intervino la Comisaría que fue desmantelada y todo el personal de guardia fue puesto a cargo de Asuntos Internos y el comisario Blas Vera, anunció la remoción de todo el plantel, de acuerdo con el reporte de Telefuturo.
Esta web usa cookies.