Diego Armando Pérez, de 39 años, se ve involucrado en el robo de celulares en Villa Elisa tras alcanzar fama internacional por un video viral.
La fama de Internet no siempre es garantía de un cambio positivo en la vida. Esto parece ser la realidad de Diego Armando Pérez, de 39 años, popularmente conocido como el “Borracho de la Arbolada”. Según imágenes de circuito cerrado, Pérez fue captado en el momento en el que presuntamente hurtaba dos celulares de un camión repartidor en el barrio de Villa Bonita de Villa Elisa.
Pérez cuenta con varios antecedentes policiales e incluso estancias en prisión, de donde salió en el año 2020. Sin embargo, se catapultó a la fama internacional a través de una entrevista periodística que se volvió viral en YouTube. En este video, bajo visible estado de ebriedad, Pérez relata de manera peculiar un accidente en motocicleta, en el cual él se vio involucrado.
Este video llamó la atención en plataformas digitales, propagándose por países como Argentina y España. Desafortunadamente, su fama no se tradujo en un cambio positivo en su vida, ni le evitó futuros problemas con la ley.
En el video de seguridad, se observa cómo Pérez, al darse cuenta que los repartidores bajaron a un local comercial, aprovecha la oportunidad. Se ve claramente cómo abre la puerta del copiloto del camión repartidor, ingresa y sale con los objetos hurtados. Según las víctimas, los celulares robados eran corporativos y esenciales para el cobro de los trabajadores.
Los vecinos de la zona han presentado denuncias y expresan su preocupación debido a los constantes robos en el barrio, en los cuales Pérez es señalado como protagonista.
Este episodio reaviva el debate sobre la reinserción social de individuos con antecedentes penales y cómo la fama en Internet puede ser efímera y desvinculada de la realidad cotidiana de una persona.
Con su historia, Diego Armando Pérez se convierte en un ejemplo palpable de cómo la fama viral en Internet no siempre se traduce en un cambio de vida significativo, y cómo, en algunos casos, puede ser solo una anécdota en una trayectoria marcada por la constante colisión con la ley.
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