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Horqueta: Comunidad lucha por reconstrucción de escuela sin techo

La comunidad de Capitán Giménez, Distrito de Horqueta, se moviliza tras una tormenta que dejó a su escuela sin techo. Los alumnos, padres y maestros se unen en un llamado urgente para garantizar su derecho a la educación.

Foto: Aldo Rojas/ABC Color

La educación es un derecho fundamental, y sin embargo, para muchos niños en la comunidad de Capitán Giménez, a 7 kilómetros de la ruta PY05, este derecho está en riesgo. En medio de las bajas temperaturas de la mañana, algunos alumnos persisten y asisten a una escuela que carece de un techo sobre dos de sus aulas.

La escuela, una construcción comunitaria con más de 30 años de antigüedad, sufrió un severo golpe el 12 de julio, cuando una fuerte tormenta destrozó el techo de dos salas de clase. A pesar del daño, los restos de las chapas de zinc que solían proporcionar un techo para las aulas aún son visibles en el patio trasero de la escuela.

Esta devastación solo precedió a una lluvia torrencial que afectó aún más las aulas desprotegidas. Materiales didácticos, pizarras y más se vieron afectados por el agua, pero gracias al machimbre con el que están hechas las clases, el daño no fue aún mayor.

En respuesta a esta crisis, la directora de la institución y la presidenta de la cooperadora escolar se apresuraron a recurrir a la municipalidad de Horqueta solo dos días después del desastre. Recibieron la promesa de que se les proporcionarían 30 chapas de zinc, pero la comunidad sigue a la espera de que esta promesa se cumpla, informa ABC Color.

Esta lucha no es solo de los educadores, sino de toda la comunidad, incluyendo a los estudiantes. Adriana Bernal Medina, una estudiante de cuarto grado de 10 años, hace un llamado desesperado: “Que nos reparen por favor el techo, ya no queremos estar bajo los árboles”, lamenta.

La escuela fue construida hace más de 30 años por los vecinos de la zona y un grupo de voluntarios de Asunción. El propósito era proporcionar un lugar de estudio a los niños de la zona, recuerda Maximiano Bernal, uno de los primeros pobladores del lugar. “Como ya había muchos niños y debían estudiar, entonces se empezó a construir la escuela, lo hicimos gente cuya profesión es agricultor. Por eso, no está bien hecha”, sostiene.

Hoy, más que nunca, esta comunidad necesita nuestra ayuda y atención para garantizar que los niños tengan un lugar seguro y protegido para continuar su educación.

 

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