Hoy en día tiene 30 años y se abrió en una conversación con el diario Olé. “Me estoy poniendo bien físicamente, entrenándome por mi cuenta para tratar de volver al fútbol en junio. Es para lo que estoy trabajando”, lanzó confiado.
Sobre cómo comenzó su padecimiento dijo: “Fue de un día para el otro. Al terminar la temporada en Portugal (Deportivo Aves), donde me fue muy bien, empecé a sentirme un poco raro en las vacaciones. Era una sensación que no conocía. Tenía a mi familia bien, en lo personal no había problemas, había trabajado mucho para que un club grande como Cerro Porteño se interesara en mí… A medida que pasaba el tiempo, eran cada vez más continuos los ataques de ansiedad y de pánico. Me agarraban una vez por semana, cada tres días o cuatro. Cuando llegué a Paraguay, me seguía pasando lo mismo”.
Narró que comenzó a contarle a sus familiares sobre lo que estaba ocurriendo y que le daba vergüenza hablar con los dirigentes del club que lo habían contratado apenas hacía una semana, según sus propias palabras.
“Me pasaba por las noches. Al principio no sabía de qué se trataba. Era algo horrible. Cuesta explicarlo, pero el que lo pasó me va a entender. No me aguantaba en mi propio cuerpo. Quería desaparecer, escaparme de algo que no existía”, explicó sobre su padecimiento.
Sobre la versión que sufría de agorafobia, un extraño padecimiento, dijo que es falso. “Nunca le tuve pánico a eso. Hasta el día que paré de jugar, fueron 11 años haciéndolo. Y me tocó jugar en clubes con mucha gente, con mucha presión. Supe llevarlo bien. Lo mío era otra cosa”, dejó en claro.
En cuanto a cómo se sentía durante la competencia, dio un ejemplo: “Cuando jugamos contra River, en la Libertadores, a fines de 2019. Había 60.000 personas en el Monumental, por cuartos de final. Un partido muy importante. Jugamos a la noche y yo llegaba después de haber dormido una hora… Imaginate cómo estaba… Fueron varios partidos que me pasó eso. En la revancha, en Cerro, como mucho habré dormido dos horas. Daba vueltas en la cama, me quería ir de un mundo irreal. El inconsciente te hace pensar cosas y llegar a un lugar. Sentía que no tenía más sentido la vida. Igual, nunca pensé lo peor…”.
Acerca de los entrenamientos y la competencia, lanzó: “Eso era lo más difícil. Muy complicado tener que rendir pasando un momento así. Llegar a la cancha a poner la mejor cara, cuando estaba destruido por dentro. O tener que jugar bien ante 30.000 o 40.000 personas que ni saben lo que vos tenés”.
Con relación a la acogida que recibió por parte de los dirigentes cerristas lanzó: “10 puntos”. “Entendieron a la perfección lo que yo estaba viviendo. Me apoyaron en todo momento, me pusieron los mejores profesionales para que pudiera salir adelante. Recién dos meses después de llegar conté lo que me pasaba. Había bajado mucho mi rendimiento porque había empezado a tomar medicamentos que jamás me habían dado. Era notorio”, explicó.
En su momento, fue dirigido por Miguel Ángel Russo en el Ciclón y aseguró que le ayudó. “Luis, no te preocupes, hay cosas muchísimo más importantes que el fútbol. Primero está el ser humano y después, el jugador de fútbol. Yo quiero que te recuperes mentalmente y después, cuando te sientas bien, vuelvas a jugar. Si un día venís y te sentís deprimido, nos sentamos a tomar mates”, le decía el DT según contó.
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